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‘El largo adiós’, de Raymond Chandler

Analizamos el clásico de la novela negra 'El largo adiós', de Raymond Chandler, y charlamos con la bloguera y crítica Marta Marne.

Según los autores Jordi Canal i Artigas y Alex Martín Escribá, que han compendiado la historia del género negro en los volúmenes ‘A quemarropa’ 1 y 2’, (Alrevés), la principal diferencia entre novela negra y novela policiaca es que la primera sirve de denuncia y la segunda es legitimadora (de las fuerzas de seguridad, de la legalidad, se entiende). Como arquetipo de la primera, de la negra, sitúan precisamente a nuestro protagonista, ‘Philip Marlowe’.

Humphrey Bogart como Philipe Marlowe en la política ‘El sueño eterno’ (1946)

Chandler nació en Chicago en 1888. Su padre, maltratador y alcohólico, le abandona junto a su madre, y ambos se trasladaron a Inglaterra, donde comenzó a empaparse de literatura. Fue reportero y años después participó en la I Guerra Mundial en el frente Francés. Al terminar la guerra se instaló en California como empelado de banca. Llegó a ser vicepresidente de una petrolera, pero su alcoholismo, entre otras “bondades”, hicieron que perdiese ese trabajo. En medio de la Gran Depresión, encontró refugio en las revistas pulp, escribiendo relatos de ficción criminal. Como escribe Juan Carlos Galindo en un artículo en El País, «Raymond Chandler se inventó con Marlowe el detective arquetipo, el ser melancólico y cínico, de verbo sarcástico, su propio concepto de justicia y cierta tendencia a meterse en problemas. La serie iniciada con El sueño eterno en 1939 se cierra con Playback en 1958. Siete novelas que, con sus fallos, crean un código, una forma de ver la novela negra y la vida».

Raymond Chandler (Ralph Crane / Getty)

Gran admirador de Dashiel Hammet, Chandler comprende que para superar su estilo y crear uno propio debe insistir en la complejidad de la novela y, sobre todo, en la construcción de los personajes. Se convierte así en un maestro de los diálogos, en cuyas novelas cobran una fuerza especialmente hipnótica. Es en este terreno en el que surgió Marlowe, una mezcla reconocible, aunque a veces arbitraria, de dureza, compasión y agilidad mental. “Si no fuera duro, no podría vivir; si no fuera comprensivo, no merecería la pena vivir”, en palabras del propio Marlowe. Pura historia de la novela negra, en la que incidimos en este análisis de la mano de Marta Marne, bloguera y crítica, a cargo del espacio La Pared Vacía, dedicado a creadoras de ficción y no ficción negro-criminal. Acompáñanos en este programa y no olvides encenderte la pipa.

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