DÍA 24
08.25 Miro el calendario astroespacial de la sala de control, situado entre los dos recuerdos más preciados de mi estancia previa en la Tierra: una barretina que tomé prestada de un simpático maniquí azul y un caganer con la efigie del papa. Introduzco los datos en la computadora central, que tras una serenata psicodélica de luces y sonidos me confirma mis peores sospechas: he llegado una semana antes.
08.29 Espero sentado. Me había prometido deshacer el entuerto en torno a un libro firmado por un tal Eduardo Mendoza, Sin noticias de Gurb, y tratar de ponerme en contacto con los chicos de un programa de radio denominado La Milana Bonita. Resuelvo que no importa la espera: siete días en este planeta se pasan volando.
08.38 Me aburro.
08.39 Decido dar un salto en el espacio para conectarme a una simple red terrestre conocida como «internet». Bien pensado, puedo dejar un mensaje en la página web de este programa de literatura y dedicar el resto del día a comer churros. Introduzco las coordenadas del lugar más agradable que recuerdo haber pisado en este planeta, donde la gente me recibió con apasionadas muestras de cariño, algún que otro atraco a plena luz del día y frecuentes invitaciones a su prisión local.
08.42 He vuelto a mi calle de Barcelona, donde una vez se extraviara mi compañero Gurb. La ciudad ha cambiado en este tiempo. Adopto la apariencia de Steve Jobs para no despertar sospechas y me encamino hacia mi antiguo portal. Una comitiva policial antidisturbios me impide con contundencia el acceso al edificio, y me explica que el inmueble ha sido desahuciado por el Gobierno. Algo magullado, les doy las gracias por la información y me dirijo al primer local sugerido por la computadora. En este punto de encuentro repleto de ordenadores y lleno de calor humano, conocido como «Locutorio Alí Gula Mohammad, Maisam», trato de aprender, en menos de diez minutos, los requisitos básicos para dominar los primigenios sistemas cibernéticos humanos.
12.28 Consigo encender el ordenador.
15.12 ¡Internet es genial! He modificado varios artículos aleatorios de una enciclopedia que contenía información desfasada, he cultivado una granja hasta hacerla potencialmente competitiva en el mercado agrario actual y he transmitido breves mensajes a mi planeta a través de una red de telecomunicación increíblemente desaprovechada. Hasta he podido encontrar a Gurb.
15.32 Recuerdo el objetivo de mi misión y accedo a la web de La Milana Bonita a través del único perfil que tiene como contraseña el número cuarenta y dos. Escribo mi mensaje con una presentación formal, un encabezamiento severo, una serie de disposiciones importantes y unos parabienes finales, y publico la entrada.
15.33 Edito la entrada. Elimino la presentación formal y los parabienes finales y reescribo el encabezamiento severo hasta darle un tono cordial. Publico la entrada.
15.34 Edito la entrada. Reescribo la presentación formal y añado, como muestra de buena voluntad, los volúmenes 1, 3, 5, 6 y 7 de En busca del tiempo perdido de Marcel Proust, y el último capítulo del Ulises escrito fonéticamente al revés. Publico la entrada.
15.35 Edito la entrada. Borro todo el texto y vuelvo a empezar.
15.36 Involuntariamente, he eliminado todo el contenido de La Milana Bonita. Presa del pánico, salgo del «Locutorio Alí Gula Mohammad, Maisam» en busca de la ayuda de un joven licenciado en Filología Hispánica (con máster universitario en Teoría de la Literatura General y Comparada) para que reescriba todos los textos.
15.37 He sido afortunado. Pude encontrar al joven licenciado en Filología Hispánica (con máster universitario en Teoría de la Literatura General y Comparada) sentado con su guitarra en una esquina de esta misma calle y coleccionando las monedas que dejaban caer los viandantes. Le prometo un pago por sus servicios si me auxilia, una remuneración digna aunque no se ajuste a sus horas de trabajo ni sea cotizable en la Seguridad Social. Me dice que está acostumbrado a dos de esas tres cosas.
18.04 El joven licenciado en Filología Hispánica (con máster universitario en Teoría de la Literatura General y Comparada), ante la promesa de un sueldo decente, ha resuelto en un tiempo récord mi problema, y todos los contenidos vuelven a estar en su sitio. Cumplo con lo prometido y le hago entrega de diez millones de pesetas, que rechaza entre improperios poco agasajadores. Recuerdo que antes la gente de esta ciudad era más agradecida. Publico el mensaje en la página de La Milana y cuelgo en otro sitio web este informe en «streaming», para que mis superiores consulten mis progresos en directo. Acto seguido, abandono el «Locutorio Alí Gula Mohammad, Maisam».
18.29 Desayuno por séptima vez en lo que va de jornada. En la churrería he conocido a un astrofísico brillante con quien he charlado sobre la composición química de los planetas enanos y las propiedades estadísticas de los diferentes sistemas de galaxias en el universo. Antes de irme, le pregunto qué se debe por los churros, pago la consumición y emprendo el regreso a la nave.
19.00 La computadora central registra un aviso de mi planeta e inicio la comunicación. Después de diez minutos de risas porque en apenas once horas se me ha vuelto a pegar el acento catalán, mis superiores me notifican que mi testimonio resulta confuso aunque «de indudable valor literario». Comprendo que he enviado el mensaje de la página web a casa, mientras que mis informes se continúan actualizando en tiempo real en La Milana Bonita. Vuelvo a exponer mi intención de establecer contacto telefónico con el programa durante el análisis de Sin noticias de Gurb, de Eduardo Mendoza, el próximo 1 de diciembre. Dictamino que no escribiré más reportes hasta la consecución de mi próximo objetivo, y salgo en busca de una cabina pública.
— SIN NOTICIAS —
La Milana Bonita 