Una reseña distópica (que cada cual entienda lo que quiera)
Tras leer esta reseña, deberás olvidarlo todo. Puedes mantener en algún resquicio de tu mente la información, incluso puedes utilizarla, pero debes ser consciente de que esto nunca ha pasado.
– Pero…
Ni peros ni nada, esta es la realidad. El Querido Líder ha decidido que toda la información en torno a esta arma propagandística de los capitalistas y cerdos invasores no existe.
– Pero, si la estoy viendo ahora mismo…
No, no, no. No consigues captar el concepto. Aquí, en la República Popular Democrática de Corea no existe nada cuya existencia no ratifique alguno de nuestros amados líderes. ¿Lo captas? ¿Lo entiendes? Esto nunca existido, ni el libro ni, por supuesto, la crítica al libro. Y si te niegas a aceptar esta realidad me temo que tú tampoco existes.
Una vez hemos dejado claro estas premisas acércate y lee atentamente porque vamos a hablar del Premio Pulitzer 2013 de los cerdos imperialistas norteamericanos. Seguramente que el título no te dice mucho: El huérfano. No te asustes. Esto es lo peor de toda la obra. Adam Johnson, joven escritor de Dakota del Sur, se ha conseguido abrir un hueco de renombre en su sucia sociedad burócrata y corrupta con una novela llena de mentiras. Son tan inferiores intelectualmente estos yanquis, que permiten que un joven profesor de escritura creativa consuma los esquilmados recursos del planeta con tiradas de millares de libro cuando solo había escrito una novela antes. Aquí, en nuestra querida y amada patria, cedemos nuestras existencias a los grandes pensadores, para que sean ellos quienes instruyan a los conciudadanos menos informados, porque en nuestro amado país no hay estúpidos.
Pues bien, como no podría ser de otra manera en una sociedad donde los ancianos son relegados a fríos edificios donde mueren en soledad, en una sociedad que no respeta para nada la experiencia, en una sociedad en la que los hijos abandonan a sus padres, han permitido que un inexperto mentiroso hable sin conocimiento de causa de nuestra cultura. Aquí, Kim Jong-il nos legó antes de fallecer una extensa bibliografía. ¿Obama en cambio qué ha escrito?
El libro, que también peca de extenso, narra la vida de una huérfano en nuestro amado país. Usted sabrá que aquí a los pobres muchachos que no tienen padres se les cuida con más cariño que a los hijos propios. Pues bien, para este vasallo imperialista su protagonista prácticamente es un muerto de hambre que solo sortea la muerte gracias a su sangre fría y a su habilidad para poner a otro en su lugar cuando le llamaba la señora de la guadaña. Este “pobre huerfanito” se alista en el ejército y ahí se gana poco a poco una reputación. Primero, dice el fabulista, secuestrando ciudadanos del Japón. Me pregunto, ¿sería un secuestro o una liberación? Todo el mundo sabe que los ciudadanos de otras naciones que se cobijan bajo los brazos del Querido Líder podrían marcharse cuando quisieran. ¿Por qué no lo hacen?

Tras su paso por esta unidad de secuestros, Jun Do (así se llama el huérfano) termina en un barco pesquero en el que trabaja como espía. Otra mentira. ¿Se puede hablar de espionaje cuándo lo único que se hace es escuchar lo que se dice en nuestras aguas legítimamente jurisdiccionales? Acontecen varios sucesos en este bote y, tras un escarceo con las tropas yanquis, Jun Do regresa como héroe nacional. ¡Valiente falta de documentación! Largas y tediosas son las hojas que pasan como losas repletas de mentiras ante el lector.
Pero finalmente, hay algo que sí podría resultar interesante. En la conclusión de la primera parte de El huérfano, una comitiva vuela hasta los Estados Unidos de América para negociar con los cerdos capitalistas una salida honrosa ante su inminente derrota. El choque cultural entre ambas culturas es inmenso y aquí Adam Johnson relata muy bien mediante una grotesca caricatura las costumbres primitivas de los occidentales (comen con la mano, tienen perros a los que permiten sentarse en sus camas…). El problema es que al final su estrecha mente imperialista no logra comprender la esencia del dilema. Supuestamente, o al menos así lo imagina él, la comisión norcoreana cede a los “encantos” de la patria de los leds. Puede reír si quiere.
Más de doscientas páginas de improperios después, concluye el primer acto y comienza uno mucho más aberrante. Jun Do termina en un ficticio campo de prisioneros en el que consigue suplantar la identidad del Comandante Ga tras asesinarle vilmente. ¿Quién puede creer esto? Pues bien, capítulo tras capítulo se sucede la alambicada historia con un sinfín de voces que narran la misma historia llena de contradicciones y falacias. Esboza Adam Johnson una unidad de interrogatorios tan irreal que como estúpida. Dice, con la arrogancia típica de su gente, que aquí permitiríamos a un grupo de disidentes contar sus vidas a una “unidad de biografías ciudadanas”. ¡Ridículo!
La realidad se pierde en esta segunda parte como si de un sueño se tratara. Solo una mente desquiciada podría ser capaz de crear esta historia repleta de mascaras, donde hay falsos maridos, mujeres hilarantes, fracasadas estrellas de cine, remeras secuestradas… Todo tan irreal, tan irreverente, tan falso que parece que ha gustado mucho a los yanquis y a sus aliados. Maniqueísta hasta decir basta, esta novela trata de ridiculizar nuestro querido país con una ficción inverosímil. Por esa razón, nuestro Querido Líder ha decidido que no existe. Por eso, esta reseña nunca ha sido escrita. Ahora, tú decides si quieres seguir existiendo.
– Pero…
– Sin peros.