Imaginen una escalera. Visualicen los escalones. Ahora quiten dos o tres peldaños consecutivos. ¿Parece difícil de subir, verdad? Piensen que esa escalera es la Historia de la Literatura y que cada escalón se corresponde con un movimiento estético o un autor concreto. Faltan muchos escalones, hay muchos huecos en los que podríamos caernos debido a nuestra ignorancia. Estos espacios olvidados por omisión suelen corresponderse con los autores que yo llamo de “transición”. Escritores pioneros o epígonos imposibles de categorizar porque hicieron de la indefinición parte de su arte. ¿Quién no ha oído mencionar a Bukowski? Ahora bien, ¿quién recuerda a John Fante (1909-1983)? He aquí un peldaño olvidado.

Pues bien, sepan todos los amantes de la desgarradora e irreverente pluma del autor de El cartero o Pulp, que estas obras difícilmente serían iguales si Fante, escritor italoamericano de origen muy humilde, no hubiera encontrado en la literatura una salida a la precariedad económica familiar. Fue el propio Bukowski quien más trabajó en redimir la injusticia literaria que había sufrido este narrador maldito. En la década de los 60, fue él quien habló elogiosamente a su editor de la novela Pregúntale al polvo que había sido completamente ignorada por la crítica hasta ese momento. Menos mal, porque si no habría quedado un peligroso hueco en la escalera que mucha gente no podría salvar y les impediría seguir subiendo.
La familia enferma por las palabras crudas
A John Fante se le puede reconocer por el estilo o por los núcleos temáticos. Su escritura es mínima, seca, tajante. Al narrar no suele hacer ninguna concesión a su ego de autor, no permite que la sintaxis rebuscada quite protagonismo a la palabra, a la idea. Él las sirve en crudo mediante la construcción de imágenes tan corrientes y cotidianas que se hace imposible no percibir su fuerte carga simbólica. De este criterio estético, Bukowski tomó muchos matices que luego él perfeccionó y desarrolló en su narrativa.
Con todo, aunque se puede observar una homogeneidad en su estilo, lo más característico de Fante es el desarrollo discursivo de una serie de ideas que se repiten una y otra vez en su obra: la destrucción de un ideal de familia en la sociedad moderna y la idealización del pasado como un espacio utópico al que encaminar el futuro. Así pues, sus historias suelen centrarse en familias desestructuradas en las que el amor se suele convertir en servidumbre y la armonía en hipocresía.
Al oeste de Roma
Un buen ejemplo de su estilo y sus obsesiones temáticas puede ser el fantástico libro Al oeste de Roma, publicado por Anagrama (editorial que ha publicado en castellano todas las obras de este autor). Bajo este título el lector se encuentra con una novela corta y un relato largo con argumentos muy distintos, pero con una voz autoral tan personal que otorga homogeneidad y coherencia a las páginas. La primera historia, titulada “Mi perro Idiota”, está narrada en primera persona por Henry Molice, un guionista fracasado cincuentón, quien consciente de su penosa vida fantasea con dejar todo para irse a vivir a Roma.
El lector debe decidir si la vida de Molice comienza a cambiar porque aparece en su vida un gigantesco perro al que pone de nombre Idiota o, si en cambio, este animal es solo una excusa para comenzar el proceso de cambio. Lo mismo da, de una manera u otra, la narración funciona porque describe a la perfección el patetismo humano de nuestra época, hasta el punto de que uno no saber si reír o llorar con un personaje tan real como contradictorio, tan ridículo como insignificante.
La segunda narración, “La orgía”, aunque también se centra en la construcción de un personaje patético (¡qué casualidad que vuelve a ser un padre!), elimina toda la carga humorística del primer relato, por lo que utiliza el drama o, mejor dicho, la tragedia para hacerla funcionar. En este caso, la historia la conocemos a través de la mirada de un niño. De esta manera, el relato puede evolucionar de la inocencia a la perversión, de la admiración al odio, con una facilidad tan desgarradora que se hace imposible no sentir empatía.
La llave de la casa de John Fante
Hasta hace muy poco, yo tampoco conocía a John Fante. Un regalo casual hizo que Al oeste de Roma terminara en uno de los estantes de mi librería esperando a que le diera la oportunidad. No dijo nada. Me espero respetuoso porque sabía que tendría que llegar ese momento en el que su lectura fuera un bálsamo literario, el momento en el que descubriera que tras su simpática portada se escondía una llave con la que podía abrir el universo narrativo de John Fante.
Notas:
1. Aquí podéis leer un fantástico artículo sobre John Fante y su relación con Bukowski.
2. En el 2013 se celebró el 30 aniversario de su muerte, conmemoración que propicio que saliera una interesante biografía en castellano de este escritor maldito.
3. Anagrama es la editorial que se ha encargado de trasladar a Fante al público hispanohablante.
Fantástico comentario. Breve pero concentrado. Es una pena que «Al oeste de Roma» esté agotado en la editorial. Lo llevo buscando un tiempo por diferentes librerías y no hay manera.
Es cierto que es un gran olvidado, yo lo leí por Bukowski, y reconozco que… Me gustó más. ¡Hay muchos peldaños perdidos injustamente!
Gracias por la reseña! Me leí la recomendación y ha sido un descubrimiento.