
Lo hemos dicho muchas veces y casi siempre indignados: la literatura juvenil no es ningún satélite literario que pueda/deba ser ignorado por la crítica. Piensen por un instante en todos esos complejos adolescentes que les rodean. ¿Tienen hijos, hermanos, amigos, conocidos entre los 11 y los 16 años? ¿Han padecido sus insoportables divagaciones, sus cambios de humor, sus borderías? Ahora, digan que no tiene mérito llegar a ellos mediante un texto escrito. Convocar su esencia mediante algo tan anacrónico como un libro. Para mí, la literatura juvenil es casi un milagro. A ver, como en todo hay cosas buenas, muy buenas, malas y malísimas. No conviene generalizar. Lo mejor es bajar al texto, leer, darse una vuelta por esos libros que tanta gente ha criticado sin molestarse en pasar una de sus páginas y después emitir un juicio. Nosotros durante diciembre es lo que pretendemos hacer.
Comenzaremos el mes con la trilogía de Philip Pullman titulada La materia oscura. Esta saga fantástica compuesta de tres novelas (Luces del norte, La daga y El catalejo lacado) es uno de los más bellos ejemplos de altura estética, temática y narrativa dentro del “género” (¿podemos llamarlo así?) de la narrativa juvenil.
La trilogía aumenta en complejidad conforme se pasan las páginas. Cuando un lector (joven o adulto) comienza con Luces del norte, se queda prendado con la atractiva idea de un mundo en el que cada ser humano está ligado de manera indivisible a su daimonion (una especie de externalización del alma platónica en forma de animal). El argumento se complica cuando aparece en escena un terrorífico grupo (Comité de oblación) que rapta huérfanos y niños perdidos con el objeto de experimentar con ellos. Lyra, protagonista de la saga, se embarca así en una fascinante aventura donde la idea de los buenos y los malos se desdibuja en torno a una reflexión filosófica fascinante sobre el valor de las religiones, los universos paralelos (La daga) y el existencialismo y esencialismo de la raza humana (El catalejo lacado).
Puede parecer sorprendente e incluso hiperbólico asegurar que La materia oscura posee más carga de reflexión filosófica que muchas de los novelas «para adultos» contemporáneas. Con todo, no deja de tener un público potencial y eso es lo verdaderamente fascinante. Estas novelas huyen de la condescendencia habitual de la narrativa juvenil y proponen una lectura entretenida en muchos ámbitos. Da igual la edad, adolescentes y adultos, solo se requiere espíritu juvenil, ser inquietos y un poco soñadores. ¿Díganme si no merece la pena hacer un análisis?