Mirar a través de los ojos del escritor portugués Fernando Pessoa es como hacerlo a través de un caleidoscopio. Las diferentes identidades narrativas que se esconden en su pluma aún hoy nos sigue inquietando y asombrando. Parece que su obra, con el paso de los años, se ha ido haciendo más y más grande, lo que, sin lugar a dudas, le hace merecedor de un asiento privilegiado en el panteón de los escritores y escritoras más importantes de la historia.
El libro que analizamos este mes en La Milana Bonita sigue siendo un inmenso acertijo. Tanto es así, que del Libro del desasosiego se siguen y, seguramente, se seguirán haciendo distintas ediciones tratando, en cada una de ellas, de acercarse al complejísimo mundo literario del escritor portugués.
El Libro del desasosiego posee una estructura fragmentaria (quizás, la única posible teniendo en cuenta que se trata de una obra en la que Pessoa trabajó durante todo su vida). Su autoría ficcional se atribuye a Bernardo Soares (después de una larga lucha con otros heterónimos). Este contable de la ciudad lisboeta, supuesto narrador de la obra, fue calificado por el propio autor como un semiheterónimo, porque, según afirmó el portugués, «no siendo mía la personalidad, es, no diferente de la mía, sino una simple mutilación de ella».
Nos encontramos, pues, ante el libro más personal (o mejor dicho, más íntimo) de Fernando Pessoa. Una obra ciertamente inabarcable en un programa de hora y media, pero que nosotros hemos tratado de glosar con profundo respeto y admiración. Para ello tenemos el programa que, seguramente, todos ustedes ya conocen. Empezamos con la Piedra Rosetta, una sección en la que intercalamos lecturas de pequeños fragmentos con nuestras particulares opiniones, y después seguimos con nuestros particulares apartados: La Pluma, La Palabra Escondida, Bandas de Libros, Recomendaciones… En Oficios de la literatura, además, nos visita Dunia Etura quien nos trae una interesante novedad literaria titulada Textos periodísticos españoles para la historia (1661-2016). Así que, a escuchar y leer que…
¡La revolución ha comenzado!
Aun a riesgo de parecer una 𝙥𝙞𝙡𝙠𝙪𝙣𝙣𝙪𝙨𝙨𝙞𝙟𝙖 (palabra que aprendí con vosotros) de las definiciones, creo que habéis confundido 𝙗𝙤𝙣𝙚𝙩𝙚 con 𝙗𝙞𝙧𝙧𝙚𝙩𝙚. El bonete es más bien un gorro redondeado con cuatro picos hacia arriba y una borla grande en el centro que yo asocio con los curas o seminaristas antiguos; y lo que dice Víctor que tiran al aire los graduados estadounidenses y portan los académicos es un birrete, un gorro con un remate plano, cuadrado y con una borla más estrecha y alargada colgando. Que no es por enmendaros la plana sino más bien para saludaros y deciros que sigo por aquí después de diez años y espero que muchos más. Gracias por vuestro trabajo y un saludo desde Sevilla.