Celebramos Sant Jordi con un relato clásico, un cuento ideal para leer en estas fechas. Sin excusas, sin demoras, solo unos cuantos párrafos para dejarse llevar por el poderío hipnótico de la robótica y las emociones humanas. Estamos ante un buen cóctel, ¿verdad?
¿Qué es el amor? ¿Acaso podemos comprenderlo y…una máquina? ¿Puede un ser de inteligencia artificial asimilar las emociones humanas? ¿Estamos preparados para amar realmente? ¿Cuáles son las verdaderas pulsiones que proyectamos en el amor? ¿Es posible que un robot desee compañía? Y si el deseo es un sentimiento, un ser sintético ¿también puede replicarlo? ¿Existe el amor libre o, por el contrario, estamos atados a otra construcción cultural? ¿Es el amor otra obligación más impuesta por el orden social? Estas y muchas otras cuestiones nacen después de una lectura tan breve como profunda de todo un clásico de las letras universales. Se trata de un relato de otro grande de la literatura como es y ha sido el escritor Isaac Asimov y el cuento se titula Amor verdadero.
El placer que produce la lectura no tiene medida y los cuentos así lo demuestran. Relatos breves pero con una carga filosófica e interpretativa tan grande o más que la pudiera ofrecer un volumen de mil páginas. Todo depende de la capacidad de abstracción que manifieste el lector, así como de la habilidad del escritor y Amor verdadero invita a mimetizarse con la pluma de uno de los padres de la ciencia ficción.
La premisa de Amor verdadero (incluido en el libro Sueños de robot) es sencilla: buscar y encontrar a la mujer ideal. Eso es lo que pretende hacer Milton Davidson en un intento absurdo por fabricar el amor a medida, como si este se tratara de la selección del chocolate más sabroso tras la vitrina. Para hacerlo se valdrá de su súper ordenador, Joe. Juntos se proponen descifrar la ecuación del amor, buscando las medidas perfectas del cuerpo, la edad y la condición psicológica entre todas las mujeres del planeta.
‘Amor verdadero’ o la conexión más allá del código binario
Entender el amor desde la comprensión de una máquina. Reflexionar sobre la condición humana, pero desde los ojos fríos de un androide, un monstruo o un alienígena. A veces es necesaria la mirada ajena para ver mejor aquello que estaba a la vuelta de la esquina. El amor es «una calle en dos direcciones» escribe Isaac Asimov, la belleza se vuelve secundaria para llegar a la claridad mental que se produce cuando dos personas resuenan al unísono, como si vibraran a (y en) la misma frecuencia, una caja de resonancia perfecta compuesta para dos. Milton, Joe y la mujer ideal nos sacarán de dudas.
Westworld y…¿el amor verdadero?
Y como si esto se tratara de un fragmento del programa y estuviéramos charlando en Textos con contexto versión pop les diría que no olviden echar un vistazo a Westworld, la deliciosa serie de HBO, un producto que bebe de la literatura de Isaac Asimov en todas sus facetas. Por supuesto, los debates en torno al amor y las relaciones entre seres humanos y máquinas están a la orden del día. Otra recomendación sería Her, protagonizada por el poliédrico Joaquin Phoenix en un relato donde la necesidad de sentirse amado se constituye como su eje central. Cerramos con Ex Machina, una película terrible, sin concesiones, una lectura futurista sobre la búsqueda del amor y el placer cibernético. Dos films que beben de Amor verdadero a su manera, combinando las paradojas propias del futuro, el peso la soledad en la era digital y la idealización de la mujer perfecta.