Un rostro. Una mirada. Un nombre. Una identidad. La sensación de ser reconocido, de jugar en el bando de los triunfadores. La estima. El saber que perteneces a una élite que mira al abismo con la suficiencia que el poder y el éxito ofrecen. Así podría ser la primera parte de El Coronel Chabert de Honoré de Balzac. La historia de un hombre que pierde todo por luchar por su todo, su país. Al igual, que lucha afanosamente por nada para quedarse con absolutamente nada. La lucha de un hombre por no morir en su propio recuerdo, el único que aún perdura en un ilustre olvidado dado por muerto buscando la eternidad a las órdenes de Napoleón.Balzac irá destapando las verdades y las vergüenzas de una sociedad francesa que olvida pronto a sus héroes, encontrando sustitutos en las arenas movedizas y maleables que suelen patrocinar la débil memorística humana. La historia no parece que hable de un pasado tan remoto ciertamente. En estos tiempos tan convulsos que ahora nos tocan vivir en el que el dinero es el que manda, el interés es el que motiva nuestras acciones y la codicia es la que las destruye.Conocidos los ingredientes de cualquier sociedad análoga a la nuestra, Chabert recorrerá los diferentes obstáculos que la propia sociedad interpone a un ejemplo por recuperar su identidad, rememorar el respeto con el que era tratado, el amor con el que era agasajado cuando el fantasma de Chabert no se diluyó en el esperpento de la guerra. Volvemos a cruzarnos con una novela que guarda una costra de sutil y ácida descripción de la facilidad con la que los seres humanos en muchas ocasiones pasamos página de aquellos que ya no nos acompañan, supuestamente.Ilustración de Francisca Aleñar
Por ello, en nuestro próximo análisis, El Coronel Chabert, desenterramos a un hombre de honor para que compruebe por sí mismo aquel mundo que los mayas profetizaron su fin para el 21 de diciembre y que si en algo hubiéramos echado de menos de su erróneo vaticinio sería el honor de leer libros y compartir todo lo que nos evocan con nuestros escuchantes, la base de nuestra revolución.
A partir del próximo sábado, con las ondas de JazzFM de testigo (94.1 FM), nos ponemos el uniforme castrense, adecentamos el escenario al más puro estilo napoleónico y recordamos al héroe que no se fue, al héroe que se quiso ir, al Coronel Chabert de Honoré de Balzac.