Amor. Cuatro letras que mueven el mundo. Todo, o supuestamente todo gira en torno a esta palabra. La literatura se ha encargado de recordarnos que si el amor no existiera muchas de sus historias carecerían de sentido y significado. Ahora bien, Historia de un amor turbio no es precisamente la narración de un amor al uso. La magnitud de la palabra amor ha hecho que el concepto o el sentimiento hayan ido tomando otra forma de un tiempo a esta parte, porque el amor puede ser una cosa u otra en función de quién es el amante y el amado.
Siempre en el amor hay vencedores y vencidos. La clave es que ambos, en diferentes grados y formas, puedan llegar a sentir ligeramente lo que Quevedo definió como un “hielo abrasador, un fuego helado, una herida que duele y no se siente”.

Por ello, Historia de un amor turbio es un conjunto de heridas inflingidas por el protagonista de la novela, Rohán, en su constante y repartido flirteo con dos damas, hermanas, de distintas edades y con distinta concepción del amor pero con la similitud de tener a Rohán como el destinatario de sus afectos y anhelos.
Rohán, un joven demasiado despierto, tras vagabundear por Europa y Argentina, revive los efluvios de viejas amistades complejas que le llevan de vuelta a la familia Elizalde, a las hermanas Elizalde: Mercedes y Eglé. A medida que el relato avanza y con el paso del tiempo como regulador y potenciador de las pasiones de Rohán, Horacio Quiroga irá componiendo una novela en el que las cosas que ocurren se vislumbran mejor en las actitudes de los personajes que en el propio relato de la historia, que parece inmovilizado por la seductora palabra de cuatro letras que cambia un momento de tedio en uno de pasión, un día gris en un torrente de color: amor.
Por tanto, el próximo análisis de La Milana Bonita, Historia de un amor turbio, ahondará en lo que para usted lector/escuchante es este concepto tan complicado de definir por el que muchos han perdido la cabeza, otros han ganado la inspiración y que para otros es una palabra quimérica que se ha inventado la raza humana para ocultar sus inseguridades y que alguien ejemplificó con una frase lapidaria: “el amor es un oasis de orina en el desierto del miedo”.
¡La revolución ha comenzado!
las heridas se infligen, no se infringen… saludos.
Gracias amigo, fallo mío.Un saludo.