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Los prejuicios de las portadas

El pasado 25 de abril, el periódico The New York Times publicó un curioso reportaje sobre una guerra de opiniones entre libreros en torno a la portada del libro El Gran Gatsby de F. Scott Fitzgerald. El problema surgió cuando una editorial aprovechó el cartel promocional de la nueva adaptación cinematográfica de la novela para ponerlo como portada del libro. Este gesto no ha gustado nada a gran parte del sector del libro, que ve en esta primera página repleta de actores y caras bonitas una perversión a la propia esencia de El Gran Gatsby, por lo que han asegurado que solo venderán aquellas ediciones que cuenten con la cubierta original diseñada por Francis Cugat. 

Algunos pensarán que esta noticia no deja de ser una mera curiosidad. Sin embargo, aquellos que hayan disfrutado con la lectura de la obra de Fitzgerald seguramente se percaten de que tras estos acontecimientos hay una interesante paradoja. Porque aunque muchos pensemos que ese espíritu comercial de intentar vender un libro por su imagen asociada a una película es un sacrilegio, lo cierto es que las primeras líneas de El Gran Gatsby ya nos advierten de que las portadas no son ni mucho menos importantes:

En mis años mozos y más vulnerables mi padre me dio un consejo que desde aquella época no ha dejado de darme vueltas en la cabeza.  “Cuando sientas deseos de criticar a alguien” -fueron sus palabras- “recuerda que no todo el mundo ha  tenido las mismas oportunidades que tú tuviste.” No dijo nada más, pero como siempre nos hemos comunicado excepcionalmente bien, a pesar de ser  muy reservados, comprendí que quería decir mucho más que eso.  En consecuencia, soy una persona dada a reservarme todo juicio, hábito que me ha facilitado el conocimiento de gran número de personas singulares.

el gran gatsby
Ilustración de Francisca Aleñar

Esta novela de Fitzgerald fue en un primer momento un gran fracaso de ventas, pero con el paso de los años caló en la sociedad hasta el punto de ser considerada como uno de los más grandes escritos del siglo XX. ¿La razón? Es complejo saber por qué el hastío inicial se convirtió en admiración; no obstante, puede ser que todo se deba a que con una sola lectura es difícil apreciar todos los matices que tiene la novela. Por esta razón, La Milana Bonita ha decidido analizar este clásico de la narrativa norteamericana. Queremos hablar del libro y dejar a un lado portadas, películas y polémicas. Solo letras.

¡La revolución ha comenzado!

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