La poesía se ha descrito muchas veces como un viaje del escritor a su alma. Y este, coqueteando con las palabras, hace que los sentimientos del poeta florezcan y se muestren tal y como son. Textos sinceros que los lectores disfrutan poco a poco, píldoras de literatura que, al menos en mi caso, oxigenan la mente y la despiertan. Ilustremos esto con un ejemplo:
Y se quitó la túnica
y apareció desnuda toda.
¡Oh pasión de mi vida, poesía
desnuda, mía para siempre!
Juan Ramón Jímenez, el poeta de Moguer con el que despedimos esta temporada, describió en apenas 18 versos su autobiografía poética. Y son los cuatro que sobrevuelan estas líneas los que reflejan su abrazo a esa pureza que tanto ansiaba. Porque cada autor tiene una relación con la poesía, pero siempre supone un reflejo de lo más profundo de sí mismos. Por ello quiero traer a La Milana la que es, si no me falla la memoria, la primera reseña de una obra de poesía. ‘Siempre es de noche en los bolsillos‘, de Tomás Salvador González (Papeles Mínimos, 2014). El autor zamorano, ya ducho en el verso, ha publicado otros libros de poemas como Reunida estación de las ciudades (edición clandestina, Valladolid, 1975), La entrada en la cabeza (Endymión, 1986) o La sumisión de los árboles (Ave del paraíso, 1996). Pero no quiero hacer un compendio de sus obras ni un análisis de su estilo, por la sencilla razón de que Siempre es de noche en los bolsillos es la primera obra suya a la que me enfrento. Y como un poeta, con total sinceridad, pero muy lejos de ser cualquier experto, quiero contar lo que me ha transmitido.

Porque este es para mi un poemario especial, diferente. Para empezar porque no solo poesía esconde el libro, sino también relatos cortos. Y el conjunto es un viaje guiado por los recuerdos. Memoria que ilustra tiempos de la infancia y que te trasladan al campo castellano, descrito sin igual (con permiso de Antonio Machado). No faltan los sauces, los robles, las oropéndolas o los ríos. Toda una paleta de colores amarillos, verdes, azules y marrones forman en la mente del lector el paisaje. Y son muchos los recuerdos de otra época los que también componen este libro de poemas, tiempos en los que de niño, o con la perspectiva de la madurez, las cosas se veían de otra forma y no hay mejor medio que la poesía para describirlo. El autor, además, se abre ante el lector mostrándole en qué ha encontrado la inspiración: en pintores como Lorenzetti, Giotto o Piero della Francesca.
Pero aún tiene esta obra una virtud más. Sin duda, a cualquier amigo o familiar que no está acostumbrado a leer poesía o que tiene demasiado «miedo» a hacerlo, Siempre es de noche en los bolsillos sería la obra que yo le regalaría. Porque despierta los sentidos, transporta, enriquece y nos lleva al corazón mismo del poeta. Todo lo que busco en un libro de poemas.
Que fascinante devorar letras acompañadas de un buen sorbo de café….. saludos!!