Le escuche decir una vez a un viejo poeta que antes de empezar a escribir te tienes que preparar como si fueras a ir a un baile. Primero te debes duchar y luego afeitarte. Uno de los preparativos más importantes es elegir bien la ropa que te vas a poner (tiene que ser lo suficientemente cómoda como para hacer cabriolas en la pista y tan elegante que todos se fijen en ti nada más entrar). No te olvides nada en casa y, por fin, después de un poco de colonia que deje un recuerdo agradable a tu paso, sal a buscarla a Ella. Te estará esperando donde menos te lo esperes, en la barra de un bar, en una esquina… Cuando la veas no la dejes escapar, hazla tu pareja y baila, baila hasta que te quedes sin fuerzas.
Está claro que los pasos previos al proceso de escritura creativa pueden ser muy diversos y, la mayoría de las veces, son tan personales que se constituyen como un pequeño rito para el literato. El objetivo final siempre es el mismo; dar con Ella, con la creatividad, con la musa, o simplemente con las palabras adecuadas. Para conseguir esto y no pasar por el miedo de la página en blanco (que es algo así como que llegue el baile del instituto y sigas solo) se pueden dar algunos pequeños consejos que quizás te sirvan de ayuda.
Este fue el tema que tratamos en Orfebrería con Palabras en el programa dedicado a Los renglones torcidos de Dios. El autor de esta genial novela, Luca de Tena, cuenta que pasó unas semanas internado en un manicomio para familiarizarse con el entorno narrativo. Está claro que esta puede ser una genial estrategia, pero ¿hay más? ¿Cuál es tu procedimiento? Descúbrelo con esta sección.

¡La revolución ha comenzado!