Hay expresiones tan manidas que cuando uno las quiere utilizar le parecen redichas y simplonas. Por ejemplo, «fue un personaje adelantado a su tiempo». Se ha escrito tal cantidad de veces esta concatenación de palabras referidas a tantas y tantas ilustres personas, que ahora que realmente necesito decirlo me doy cuenta de que puede parecer a simple vista un juicio vacuo y superfluo. De todas formas me voy a arriesgar, porque para sintetizar el valor literario del narrador que hoy traemos es sin lugar a dudas lo más apropiado: Julio Verne (1828 – 1905) fue un escritor adelantado a su tiempo. ¡Ya está! ¡Ya lo he dicho!
El autor de Veinte mil leguas de viaje submarino, La vuelta al mundo en 80 días o Viaje al centro de la tierra fue un escritor pionero por varias razones. En primer lugar, se trata de uno de los padres de la ciencia-ficción y se podría decir que con él se inició la historia de un género temático fascinante, que ha generado brillantes obras maestras durante todo el siglo XX. En segundo lugar, no se puede olvidar la singularidad de sus creaciones que en muchos aspectos se adelantaron en varias décadas a descubrimientos y logros científicos de enorme envergadura. Y por supuesto, en tercer lugar, hay que reseñar su figura como un narrador completamente moderno, que supo exprimir sin traicionarse el aspecto comercial de la literatura con maestría. Pese a todo esto, Julio Verne ha sufrido el estigma de ser considerado un escritor menor porque se han descrito sus novelas como meros pasatiempos para jóvenes y adolescentes. Por esta razón, siempre es un buen momento para reivindicarlo.
¡La revolución ha comenzado!
