Imaginen que ven esto un día cualquiera en su perfil de Twitter.
@Fuenteovejuna: “El comendador ha muerto, viva la #revolución”.
@Policía: “¿Quién ha matado al comendador @Fuenteovejuna? #justiciacomendador”.
Les podrá parecer absurdo e, incluso, una solemne tontería fruto de una modernidad mal entendida. Quizás tengan razón. Ahora bien, también habrá otras personas que aplaudan con ganas esta actualización del clásico al contexto social contemporáneo evitando así que, por lo menos, los próximos cinco años su historia caiga en el olvido. ¿Actualización o veneración al texto clásico? ¿Dónde nos tenemos que ubicar?
Parece que los últimos meses este debate se ha ido haciendo poco a poco más tangible. Pongo un ejemplo, la semana pasada se celebró en Valladolid el Festival de Teatro y Artes de Calle. Una impresionante celebración cultural que moviliza a miles de personas que corren de un lado a otro buscando esa pequeña joya que se esconde todos los años entre los nombres de compañías venidas de todo el mundo. Pues bien, un servidor y acompañante se unieron a la masa social que poblaba las plazas vallisoletanas para consumir ese producto minoritario que es el teatro (paradojas del todo gratis).
Así entre espectáculo y obra, fuimos recorriendo la mitad de la ciudad hasta que el viernes por la tarde nos encontramos con la compañía Obskené y su adaptación de la famosa obra de Lope de Vega que ellos han renombrado Fuenteovejuna. Breve tratado sobre las ovejas domésticas. La propuesta de este grupo de jóvenes actores catalanes se puede enmarcar claramente en uno de los bandos de ese debate, rancio y moderno, sobre la actualización o no del texto clásico. Ellos mismos en su página web explican: “Inspirados en La Barraca de Lorca, queremos acercar los clásicos a la gente. Para ello, mezclamos la fuerza de los versos de Lope con el lenguaje actual. Y para ello también, salimos a la calle para buscar un lugar de encuentro donde presentar, bajo nuestra mirada, un clásico como Fuenteovejuna. Es nuestra apuesta para que el teatro traspase las barreras arquitectónicas que suponen muchas veces los edificios teatrales”. ¿Alguien les puede reprochar algo?

Aquel día, más de trescientas personas se agolpaban en torno al círculo que crearon con sillas delimitando el espacio escénico. Los niños limpiaban el suelo de la calle con sus culos y padres, abuelos y jóvenes se afanaban por escuchar los versos que se perdían, por desgracia, entre el mundanal ruido de las terrazas de los bares colindantes. Sus voces ya resentidas por las actuaciones anteriores dieron todo lo que podían y, aunque es cierto que unos cuantos se fueron porque les era imposible seguir la actuación, al final hubo un largo aplauso de centenares de personas que les mirábamos con admiración. Yo, si os digo la verdad, me emocioné. La calle vitoreaba de nuevo a Lope de Vega.
Los miembros de Obskené han respetado bastante el texto clásico, pero no lo han venerado ni mirado con miedo. Como nos decía Álvaro Tato, encargado de los textos de la compañía Ron Lalá y autor de maravillas como En un lugar del Quijote, con los clásicos se debe “dialogar” y eso es lo que ellos han conseguido. El honor, la honra y el valor de un pueblo aparecen con el hashtag #Fuenteovejuna haciendo que todo pueda ser entendido como una reflexión contemporánea del poder real de los movimientos ciudadanos. El escenario, que separa habitualmente a los actores del público lo han reducido, a unos simples taburetes y a dos escaleras convirtiendo así la plaza en un espacio vivo. Y ellos, los personajes, se han humanizado con un ejercicio de metaficción que nos narra las inseguridades y dudas que como profesionales del teatro han tenido a la hora de abordar un texto así.
Con Lope el teatro vivía y se hacía en la calle. Siglos después los hemos revestido de un polvo dorado y lo hemos institucionalizado. Y ahora se está estableciendo una interesante “lucha” entre aquellos que quieren rescatar estas obras de las garras académicas y los que quieren fijar sus páginas con cemento para que cada vez sean más pesadas. Hasta hace muy poco, la corriente dominante en España era la segunda, pero ahora se empieza a ver un cambio de paradigma. En narrativa, en menos de un año, se han publicado dos reediciones de El Quijote: una de Pérez Reverte avalada por la Real Academia y otra de Andrés Trapiello que inspiró un interesante número del suplemento cultural Babelia. En el teatro, solamente en este programa (y no somos especialistas), ya hemos hablado de la impresionante labor de Ron Lalá y, hoy, nos hemos cruzado con Obskené. Y en la lírica, qué vamos a decir de la lírica si hoy en día Quevedo podría tener más seguidores en Twitter que Obama.
¿Saben que significa Obskené? Pues se trata de una palabra griega que denomina al “espacio” que queda fuera de escena. Allí, se ubican (y nos ubicamos) un montón de nuevos creadores y amantes de la literatura. En el escenario, el sector editorial marca el compás de una tragedia griega. Si estáis aburridos, mirad a vuestro alrededor. A lo mejor solo cambiando el foco nos damos cuenta de lo vivo que está este muerto.
Notas:
1. Esta adaptación teatral ha gustado tanto al mundo más teatrero como a los más puristas. Prueba de ello es que han tenido varios premios, uno de ellos en el festival de Almagro y otro en los Goya del Teatro español, los premios Max.