Quien se haya sentido atraído por el titular esperando alguna semejanza con el estupendo libro De ratones y hombres de John Steinbeck, lamento decirle que ha caído en la trampa de un encabezado llamativo que conserva la misma estructura que el de la famosa novela. Lo siento, Lobo no permite los devanes cerebrales de ningún tipo, salvo aquellos que sean literales. Una rodaja por aquí y otra por allá.

El Hombre, uno de los tantos apodos que recibe Lobo, vive aquí su particular génesis como personaje. El último czarniano representa la carta de presentación que todo buen aficionado a los cómics debería leer si pretende entender el abc de un tipo difícil de definir. Una aproximación interesante planteada desde dos puntos de vista: mientras Lobo debe proteger la integridad de su profesora de cuarto curso en un viaje plagado de peligros, también debe lidiar con el hecho de que precisamente fue ella la autora de su biografía no autorizada. En ella podemos leer, literalmente porque entramos en las páginas del libro, el nacimiento y la perversión del cazarrecompensas más odiado del cosmos.
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Si por algo se caracteriza Simon Bisley es por su capacidad para pintar el lado más grotesco y excesivo de sus personajes y entornos. Qué manera de ofrecer violencia gratuita, porque sí, repito, y docenas de personajes bizarros, cada uno más retorcido que el anterior. Cuerpos deformes, hipermusculados o atrofiados, mandíbulas desencajadas y expresiones de locura. Ese es Simon Bisley, un experto en lo que hace. Atentos a su versión de Papá Noel y el folclore navideño, te arranca más de una mueca socarrona. Recomiendo especialmente esta reedición de El último czarniano para los seguidores de Cazador, la historieta argentina para adultos de Jorge Lucas y Ariel Olivetti, entre otros. Los entendidos sabrán por qué lo digo.

Cuando Lobo nació en 1983 pocos podían augurar el éxito del personaje durante los 90, una época recordada por la cantidad de héroes de acción que asaltaban pantallas de cine y televisores por igual. Una situación muy familiar si tenemos en cuenta el furor del superhéroe que estamos viviendo en los últimos años gracias al film de Los Vengadores o la serie Arrow. Si queremos establecer una lectura simbólica sobre Lobo, y será de las poquitas que podremos hacer, tenemos que proseguir con la línea planteada por los expertos cuando dicen que sus andanzas deben entenderse como una sátira de aquellos años dorados de Sylvester Stallone, Arnold Schwarzeneggery Jean Claude Van Damme.
Si con la lectura de El último czarniano conocíamos la gestación del villano en Lobo: El regreso asistimos, entre otros deleites, a la caída del asesino y su extraña ascensión al paraíso, condenado a tocar el arpa celestial. Leer las correrías de Lobo en una convención de cómics cierra con broche de oro un tomito ideal para los que rondan o superan la treintena y crecieron con él.
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En este segundo recopilatorio tenemos que sumar al nombre de Simon Bisley el trabajo de Christian Allamy Y Kevin O’Neill, que lejos de palidecer ante el trabajo del inglés consiguen ofrecer un retrato más que digno de El Hombre. Lo que no considero que se ajuste al estilo del personaje es el abuso de los colores chillones, imperdonable. Una gama cromática que evidentemente quiere saturar y provocar la misma sensación de hastío que emana el mismo Lobo, pero es que tal cantidad de color no encaja, se mire por donde se mire, con un personaje que se maneja mejor entre el contraste, el uso de las sombras, las líneas pronunciadas y los contornos negros.
Lo bueno: El arte gráfico de Simon Bisley en todas sus expresiones.
Lo malo: Algunas de las historias de Alan Grant se hacen un tanto repetitivas.
Recomiendo toda la obra gráfica de Rafael Garres y de Martín Edmond al frente del Czarniano (Encadenado, Pinguino!, Lobo/Deadman, En La Silla, entre otras historias) con guiones de Wagner,Grant entre otros autores ingleses.