Pongámonos filosóficos por un momento y acudamos al Mito del Héroe, ese modelo universal que ha traspasado culturas y fronteras y ha dejado atrás siglos y siglos para seguir vigente, como ningún otro, en nuestro imaginario colectivo. Aunque varía en cuanto al fondo, la estructura suele ser similar, y no es otra que la historia del héroe de origen humilde que afronta un peligroso viaje para, finalmente, vencer a las fuerzas del mal. Quizás el motivo de su atemporalidad sea el hecho de que, como trató de explicar Carl Jung, define desde un punto de vista psicológico la búsqueda del individuo de su personalidad y, trasladado a una sociedad, su identidad colectiva. Destaca además la recurrida figura del personaje que acompaña al héroe para sujetarle en los momentos más difíciles. Tal y como Teseo tuvo a Poseidón, Frodo contó con el bueno de Sam. Es en este punto en el que me quiero detener.
Muchos os habréis dado cuenta de que en el terreno de la Fantasía, dicha estructura se repite, quizás en demasía, restándole frescura a un género que cada vez tiene más relevancia. Esta estancamiento encubierto es lo que denunció (entre otros, claro) un escritor de Nebraska de nombre Brandon Sanderson, y le puso nombre: ‘El Síndrome de Campbell’, refiriéndose a Joseph Campbell, autor de El héroe de las mil caras. Sanderson lo explica en una serie de artículos sobre el análisis de su propia obra, de los que podemos rescatar citas clave como la siguiente: «En lugar de permitir descubrimientos significativos y creación, los autores de fantasía importan cáscaras secas de estereotipos utilizados en exceso. La fantasía, que debería ser uno de los géneros más creativos de todo, se vuelve repetitiva y estancada”. Tras tamaña sentencia, es pues evidente que Sanderson ha tratado, con mayor o menor fortuna, de evitar el viejo esquema aventurero para ofrecer un soplo de aire fresco en aras de encandilar a los lectores más exigentes. ¿Lo ha conseguido?
Sanderson se dio a conocer por ser el elegido de la viuda de Robert Jordan (1948-2007), Harriet McDougal, para finalizar la mastodóntica saga que creo su marido, ‘La Rueda del tiempo’. McDougal tomó esta decisión tras leer el libro de Sanderon ‘El Imperio Final’ (2006), primer número de la saga ‘Nacidos de la Bruma’. No obstante, el autor de Nebraska ya había publicado antes su obra ‘Elantris‘, primera novela publicada por el autor. Menudo lío de nombres, ¿verdad? Pues agárrense a la mesa, porque aún hay más, ya que la capacidad productiva de Sanderon roza la brujería. Ha escrito, por ahora, 9 sagas, además de las tres obras pertenecientes a ‘La Rueda del tiempo’, las cuales sirvieron para continuar el legado de Robert Jordan. Entre las que son cosecha del propio Sanderson están la mentada ‘Nacidos de la Bruma’ (7 tomos), ‘Alcatraz‘ (4 tomos), ‘Trilogía de los Reckoners’ o ‘El Archivo de las Tormentas’ (3 tomos) además de otras obras autoconclusivas como la propia ‘Elantris’ o ‘El aliento de los dioses’, entre otras. En su página web no sólo podéis encontrar sus trabajos enumerados, también una especie de cuenta atrás a modo de porcentaje con el que apacigua la espera de sus fans (ejem, ejem, George RR Martín…)
Podría enumerar la multitud de premios que han ganado sus obras y perdernos en el sinfín de argumentos, tramas y personajes que han nacido de esa mente sobrehumana, pero considero más relevante tratar de ver si ha cumplido su propósito de terminar con ‘El Síndrome de Campbell’. Lo cierto es que la gran cualidad de Sanderson ha sido la de eliminar el concepto de viaje, especialmente de viaje físico (Elantris, por ejemplo, solo transcurre en la ciudad que da título a la novela). Ello permite que los lectores puedan conocer más en detalle mundos complejos llenos de matices, de fauna y flora, de personajes épicos y no tan épicos, convirtiendo la lectura de estas obras en un auténtico placer.
No obstante, mi opinión se basa sobre todo en ‘El Archivo de las Tormentas’, cuya primera novela, ‘El camino de los reyes’, cuenta la historia de Roshar, una tierra pedregosa en la que unas potentes tempestades marcan el devenir de la civilización, siglos después de que los Heraldos, deidades de este universo, abandonasen a la humanidad a su suerte. No obstante, sus poderosas armas y armaduras aún perviven, y solo los caballeros más habilidosos y valientes pueden portarlas. Asimismo, la muerte del rey Gavilar ha desatado una guerra entre el reino de Alethkar y los Parshendi. En este contexto se desarrolla una extensa historia (cerca de 1500 páginas, aunque depende de la edición) en la que Sanderon nos va presentando poco a poco diferentes personajes de un complejo entramado. En mi opinión, el mayor placer de su lectura consiste en ir descubriendo como esa maraña de tramas va cobrando forma en la mente de un lector que, una vez ocurrido esto, difícilmente podrá soltar el tomo. Personajes como Kaladin, Dalinar, la joven Shallan o el misterioso Szeth son solo algunos ejemplos de los muchos nombres que protagonizan la aventura. Quizás se le puede echar en cara ciertas partes en las que el autor se recrea demasiado, haciendo énfasis en una situación de un personaje sobre la que no hace falta insistir, pues el lector ya sabe lo que está sucediendo. Sin ánimo de hacer spoilers, simplemente señalar que, en definitiva, a Sanderson le cuesta en ocasiones llegar a ese punto de inflexión que en un guion cinematográfico marcaría el paso de una parte a otra. Por otro lado, se trata, contra todo pronóstico, de una lectura sencilla en cuanto a la forma (también en el inglés original, ya que no utiliza un vocabulario ni estilo demasiado enrevesado más allá de las propias palabras fantasiosas del mundo en el que transcurre la novela, por si alguien quiere leerlo sin traducciones de por medio, aunque la última edición de Ediciones B sea una auténtica delicia) pero densa en el fondo. No falta la magia, aunque planteada con originalidad. Tampoco el bien trabajado trasfondo mitológico que da sentido, de un modo u otro, a los acontecimientos, entre otros recursos propios que demuestran la savia nueva que ha inyectado el autor a la fantasía épica.
Por cierto que el objetivo del autor es que la saga en su conjunto conste de 10 libros divididos en dos grupos de 5, cada uno con su marco argumental, los cuales, a su vez, estarán relacionados entre sí. Todo un rompecabezas. Se trata de un libro, una saga y, si me apuran, un escritor, que hay que afrontar con ganas de leer. Cualquier escuchante de La Milana lee con ganas, parece una obviedad lo que he dicho, pero me refiero al hecho de que es un universo en el que zambullirse para no salir en un tiempo. No valen las distracciones; vale el sofá, la manta y, como mucho, el gato sobre tus piernas. Avisados quedáis de que una vez en Roshar, es muy complicado salir, pero Brandon Sanderon es una lectura obligada para cualquier amante del género. Y permaneced atentos, porque cuando salga la película (se aceptan apuestas de que así será), podréis decir: «eh, yo lo leí hace tiempo».