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El reinado de los Superhombres

La muerte de Superman fue uno de esos cómics históricos para los que amamos el medio, una historia donde lo imposible superaba los límites de lo imaginable con el deceso del mayor héroe de todos los tiempos. Superman había muerto y nada podía hacerse para volver hacia atrás. Eran los años 90, famosos en el universo de las viñetas por la excesiva violencia, la aparición de los antihéroes y el uso de un lenguaje menos refinado. Superman ya no estaba entre los defensores de la paz, una merma alegórica como pocas, ya que daría paso, inmediatamente, a una era oscura y sombría.

Para cubrir el vacío dejado por el héroe de la gigantesca s en el pecho surgieron varios candidatos, quienes afirmaban ser la nueva encarnación del último hijo de Kryptón: Acero, Cyborg, Superboy y El erradicador. Cada uno representaba algo de lo que nos había dejado el clásico Superman: inocencia, desparpajo, ira contenida, cicatrices imborrables, bondad y la característica imbatibilidad del héroe. ¿Eran verdaderos? ¿Realmente Superman había vencido a la muerte para regresar al mundo de los vivos? ¿Había algo que Kal-El no pudiera hacer?

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Portada de la reedición traída de las manos de ECC

Independientemente del carisma que despertaron unos y otros en los lectores de por aquel entonces, siendo Acero el más desaprovechado de todos ellos y Superboy el que más, los cuatro aspirantes a Superman supieron jugar con el inocente aficionado de esos años, que intentaba adivinar número tras número qué había de cierto detrás de todo aquello. Cyborg y El erradicador conglomeraban todas las dudas sobre el paradero del Superman original y su posible resurrección. Sin embargo, estas dudas se irían despejando paulatinamente, sin prisas, mientras se revelaba la identidad de Hank Henshaw y un conocido villano galáctico, el temido Mongul, se sumaba a la función. La conclusión a dicha saga se la pueden imaginar: El héroe volvería de forma mesiánica para salvar, una vez más, al mundo de una amenaza muchísimo mayor. A partir de ese punto entraría en escena ese Superman con melena, enfundado en un traje negro y tonos plateados, un traje acorde al espíritu oscuro que antes mencionábamos. ¿Y Doomsday? El mayor enemigo que había conocido Superman también regresaría protagonizando una serie de sagas donde volvía a poner contra las cuerdas al superhéroe más poderoso. Eventualmente Doomsday sería derrotado, como siempre, pero su presencia serviría como constatación de que eso de los decesos en el mundo del cómic no es algo para tomarse demasiado en serio.

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Aquí se inauguraba la versión rebelde y adolescente de Superman

En el apartado técnico pudimos disfrutar de uno de los mejores momentos de Dan Jurgens, tanto en el guion, donde lo prefiero, como en el dibujo. También un incombustible Roger Stern tuvo su momento y no podemos cerrar la nota sin mencionar el arte gráfico del estupendo Tom Grummet. Su Superboy con chaqueta de cuero, peinado rebelde y aros sigue siendo el mejor de todas las versiones que tuvo el joven Superman, un sorprendente clon del original, hastiado de que le llamen Superboy. ¡Qué tiempos!

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