La literatura de género está viviendo en la actualidad un momento dulce. Así es como nos referimos a aquellas obras que, aun tratando de diferentes temas, comparten ciertos elementos que invitan a la etiqueta. Está cobrando cada vez más importancia en países donde históricamente siempre ha estado relegada a un segundo plano, como España. No puedo dejar de pensar en la Fantasía y la Ciencia Ficción mientras escribo estas líneas, y es que es un perfecto ejemplo para ilustrar esta introducción. Grandes editoriales como Ediciones B, con su colección Nova, o Alianza con Runas, han decidido apostar por este género para deleite de un público muy agradecido.

Todo esto lo explica muy bien Marta Rossich, editora al cargo del mencionado sello Nova, en esta entrevista de recomendable lectura. Sin embargo, todo este párrafo me sirve para hablar de lo necesario que es ante este panorama ofrecer algo diferente si se quiere destacar entre los exigentes lectores de Ciencia Ficción y Fantasía. Esto, ni más ni menos, es lo que ha conseguido Ken Liu (Lanzhou, China, 1971), quien ha dado en el clavo con La Gracia de los Reyes (Runas, 2016), novela imprescindible para cualquier aficionado.
Guerras entre reinos, grandes batallas, choques de intereses, un mapa en las primeras páginas… Hasta aquí todo parece convencional, lo típico que se le puede exigir a una novela de fantasía épica. Y efectivamente La Gracia de los Reyes narra la historia de Dara, una región ficticia nacida de la imaginación de Liu y formada por diferentes islas. En ellas se reparten el territorio una serie de reinos, entre los que destacan la filosófica Haan, la regia Xana o la esplendorosa Amu. Antaño el mundo de Dara funcionaba a partir de esta división, con estados que convivían con mayor o menor tensión entre ellos. Hasta que Mapideré, por entonces rey de Xana, decidió conquistar una a una cada una de las demás islas para formar así un único imperio.

La concentración de poderes entorno a Xana y sus ambiciosos planes de conquista extendieron un régimen tiránico y feroz que sembró el desasosiego entre toda Dara, y no eran pocos los reinos, despojados de sus culturas y tradiciones, que fabulaban con derrocar al emperador. Así comienza una trama que en sus primeras 50 páginas ya consigue engancharte, haciéndote sentir parte de ese prometedor universo que acabas de conocer. Y no exagero. Liu lo consigue con diferentes ardides narrativas, como la sutil manera que tiene de presentar a los principales protagonistas. A través de cuidadas descripciones de sus personalidades con episodios pasados o presentes el autor esboza un perfil que evoluciona junto a la trama y te hace empatizar con los personajes y sufrir con ellos. Kuni Garu, Mata Zyndu, Luna Zya, Kindo Marana, Jia Matiza, la princesa Kikomo…una larga lista de protagonistas y secundarios, cada uno con un propósito específico dentro de la historia pero sin caer en la previsibilidad.

El argumento que narra la novela parece un tablero de ajedrez (o de cüpa, el particular juego de mesa de la obra) en el que hasta los dioses tienen mucho que decir. De hecho, la inclusión de una deidad por cada isla, cada uno con sus caprichos e intereses y un rol en la historia, tiene una enorme importancia en la obra, pues convierte la cuestión del destino tan presente en la fantasía en algo tangible y real con su propia línea argumental. Este es solo otro de los ejemplos, pero son muchas las novedades y alegrías que ofrece al lector La Gracia de los Reyes y un Ken Liu que se ha convertido desde ya en un contemporáneo a tener muy en cuenta. De él destaca su prosa sencilla que sabe beber como pocos de la tradición oriental, una característica que cualquier lector medianamente avispado podrá apreciar, sabiéndose ante algo nuevo y fresco. Y me despido advirtiendo de que este es solo el primer tomo de la saga sobre la Dinastía del Diente de León, así que ya espero impaciente el siguiente episodio. Por el bien de la literatura de género…y por Dara.