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#Debatemilana: Respuesta a Javier Marías (1/2)

José Zorrilla: Más daño que beneficio

Parodia del artículo de Javier Marías publicado en El País

Si mucha gente desconfía de la literatura española no es por la persecución que el PP y sus Gobiernos desataron contra los escritores en venganza por las críticas y protestas de la mayoría de los miembros del gremio frente al IVA cultural. Los políticos, y en particular los de ese partido, carecen de crédito respecto a sus juicios artísticos. Por desgracia influyen en demasiadas cosas, pero no, por suerte, en lo que sus compatriotas leen o van a leer. La razón principal para esa desconfianza es que durante muchos años los críticos literarios y la prensa española decidieron que había que promover la literatura nacional (más si las obras las escribían autores que colaboraban con el medio o que publicaban dentro de su mismo grupo editorial), hasta el punto de que casi todas las novelas españolas que se publicaban eran invariablemente “obras maestras”, “necesarias” (el adjetivo más ridículo imaginable) o (cómo detesto ese tipo de expresiones) “puñetazos en el estómago del lector”. Hay muchas personas ingenuas y de buena fe. Acudían obedientemente a las librerías para comprar los “portentos”, al decir de esos críticos paternalistas, y frecuentemente —no siempre, claro está— se encontraban con bodrios y mediocridades y páginas llenas de estupideces. Ningún puñetazo, sino más bien tedio o irritación.

A veces no hay nada tan dañino para una profesión, un colectivo o una nacionalidad entera que sus defensores a ultranza. La crítica literaria chovinista es absurda y retrograda y es un mal que puede infectar a toda una población. En la actualidad hay una «corriente romanticista» que ha optado por decir que cuanto los románticos españoles hicieron es extraordinario, por decreto. Y claro, no siempre es así, porque no lo puede ser. Como no puede serlo cuanto hagan los barrocos, los vanguardistas o los ilustrados, o los realistas o los naturalistas. O la generación beat estadounidense, ni aún menos los escritores machistas, que son más.

Imagen del II Centenario de Zorrilla. Fuente: noticiascyl.

Los románticos españoles que hubo tienen enorme mérito, por luchar contra las circunstancias y las convenciones de sus épocas. Gran mérito, sí, pero eso no los convierte a todos en artistas de primera fila, que es lo que esa corriente actual pretende que sean. Es más, sostiene esa corriente que todos esos artistas geniales fueron deliberadamente silenciadas por la “conspiración germanófila o la anglófila”. No se les reconoció el talento por puro antiespañolismo. Se quejan, por ejemplo, de que a Goethe se lo tenga por un genio y en cambio no a Duque de Rivas. No sé, yo soy aficionadísimo a la literatura de este periodo, pero Duque de Rivas lo leo y me parece un pigmeo al lado de Goethe. Así, cada vez que se descubre o redescubre a alguna escritor romántico español, pasa a ser al instante una estrella del firmamento, a la altura de los mejores, sólo que eclipsada tozudamente por los opresores anglófilos o germanófilos.

En contra de esa supuesta y maligna “conspiración”, tenemos el pleno reconocimiento (desde hace ya mucho) del artista en verdad valioso: Bécquer. En realidad solo hay un escritor con un mínimo de inteligencia y talento, al cual ninguna “conspiración” de “antiespañoles” ha estado interesada en ningunear. ¿Por qué, si nos proporciona tanto saber y placer leerlo a él como a los mejores románticos alemanes? Lo que no es cierto, lo siento, es que cualquier escritor español romántico oscuro o recóndito sea por fuerza genial, como se pretende ahora. Las decepciones pueden ser y son mayúsculas. También la gente bienintencionada se cansa de que le tomen el pelo, y acaba por desertar y recelar.

Hoy, con ocasión de su centenario, sufrimos una campaña orquestada según la cual José Zorilla era un gran dramaturgo al que debemos tomar muy en serio. Quizá yo sea el equivocado (a lo largo de mi ya larga vida), pero francamente, me resulta imposible suscribir tal mandato. Es más, es la clase de mandato que indefectiblemente me lleva a desconfiar de las reivindicaciones y redescubrimientos de la academia de hoy, que acabarán por hacerle más daño que beneficio al arte hecho durante el Romanticismo español. Lean, por caridad, a los románticos ingleses y alemanes, yo creo, no hay temor a la decepción.

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