Todo tiene un comienzo y para los lectores de The Sandman este fue hace mucho tiempo, cuando nuestro hombre de arena fue invocado durante un ritual. ¿Qué había ocurrido con Morfeo antes de ese momento? ¿Cómo pudieron unos simples mortales traerlo hasta nuestro mundo? ¿Por qué iba vestido con su traje de batalla? Estas y otras muchas cuestiones son resueltas aquí y las respuestas nos sorprenden, vaya que lo hacen.
Neil Gaiman es uno de los escritores y guionistas más destacados en la actualidad, alabado por su trabajo en las viñetas pero también por las novelas y cuentos que nos ha regalado. Su calidad está fuera de duda y en esta Obertura se reencuentra con el personaje que lo hizo mundialmente famoso y con el que no logra separarse, pues Sandman es sinónimo de Neil Gaiman, así como Gaiman lo es del dios de los sueños.
Aciertos y oportunidades perdidas para Sandman
Volver a reencontrarnos con Morfeo es un regalo, pero…¿era necesario?. La serie original estuvo presente desde 1988 hasta 1996, más de una década gozando con el que, probablemente, sea el mejor trabajo de Neil Gaiman. Tanto tiempo después, el escritor británico teje una historia compleja en torno a su personaje fetiche, ampliando todavía más su contexto, pero dejando de lado una oportunidad de oro para que Daniel, el nuevo Sueño desde el final de la serie, gane más protagonismo como Sandman.

Morfeo debe resolver uno de sus tantos errores, otra vez, para hacer frente a un conflicto que ha puesto en peligro la mismísima existencia del universo. Los Eternos también están aquí y eso siempre se agradece. Hubiera sido estupendo ver otra vez a Destrucción o un poco más de Delirio, pero esta vez es Deseo quien se lleva su cota de protagonismo. La resolución del conflicto nos demuestra lo unidos que estaban ambos, pero, como se ha dicho anteriormente, Daniel podría haber ganado muchos puntos si su participación en la trama hubiera sido mayor. No obstante, verle por aquí convertido en el nuevo Sueño emociona a quienes leímos la obra completa de Neil Gaiman y, por este motivo, nos quedamos con ganas de más.

Un apartado artístico para enmarcar
J.H.Williams III es uno de los artistas del momento, desde que nos sorprendiera con su increíble trabajo con la terrorífica Batwoman. Ahora es turno de ponerse a las órdenes de Neil Gaiman y su trabajo es para matrícula de honor. Sandman, Delirio, Daniel, Sueño felino, el Tiempo y la Noche; todos están espectaculares. Si a eso sumamos la composición de página y los juegos de maquetación que nos obligan a ser lectores activos, poco más hay que añadir para sumergirse en sus páginas. Ojalá J.H.Williams III siga colaborando de cerca con el inglés.

La historia
Que Neil Gaiman es un magnífico contador de cuentos no es ninguna novedad, pero en esta historia no creo que podamos afirmar que encontramos su mejor trabajo. Los paralelismos con la obra original están ahí, pero…¿realmente ha estado a la altura? Esta obertura de Morfeo cumple, pero no creo que llegue al nivel de arcos argumentales como Las benévolas o Vidas breves, donde los niveles emocionales saltaban las térmicas de todos los amantes del cómic.
Las lecturas que puedan hacerse sobre esta historia son muchas y variadas, desde las más sencillas hasta las complejas conclusiones sobre el papel que desempeña Morfeo en todo esto y cómo los sueños tejen la misma esencia del universo. La destrucción de todo lo que conocemos, la presencia de la vida en cada hueco de la galaxia, la maldad innata en el hombre o la necesidad de soñar. La esperanza se cierne sobre todos los seres vivos para contemplar cómo al fin de todas las cosas, siempre hay tiempo para un nuevo amanecer. Tal y como dice el Ragnarok nórdico.
Obertura propone todo eso y más, una oportunidad para reencontrarnos con esta nueva aproximación al mundo onírico y siempre maravilloso de Sueño y Neil Gaiman, un mundo de arena y magia donde dormir es solo el principio.