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Un arma contra la futilidad: reseña de ‘La estrategia de la ilusión’, de Umberto Eco

Vivimos tiempos convulsos, bombardeados por noticias de pésimo gusto moral y ético, acontecimientos que dan forma a la circunstancia que nos ha tocado vivir. De un segundo a otro podemos pasar de las repugnantes prácticas genocidas de algunos estados contra población civil, la anti-diplomaciaa golpe de tuit por parte de imperios o la corrupción estructural que infecta hasta las raíces del más pequeño municipio. Y para rematar te enteras de que tu ídolo es otro estafador más, que la caza está acabando con los zorros o que robar dos cremas es más grave, a ojos políticos, que robar un máster. Qué más da la noticia, si ninguna es buena.

Resulta complicado combatir todo aquello, porque cuando tomas conciencia la avalancha de contratiempos es tal que no eres capaz de gestionarlo. Muchos, por ello, simplemente tratan de huir, y se refugian en el mundo de imágenes y colores que se nos ha querido vender. “Hoy me da pena la humanidad buscando siempre la vanidad, ya no quiero ser”, canta el grupo uruguayo La Vela Puerca. Resulta difícil querer ser, especialmente cuando la palabra pena como descripción de lo que uno siente por la humanidad es el eufemismo más suave que se te puede ocurrir.

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La época de la imagen, de lo falso, de lo vacuo y fútil, de rozar la superficie creyendo llegar al fondo, del ultracentrismo, del sentirse realizado por metas que nos venden como objetivos vitales, de no dialogar, de olvidar, de consumir (cuanto más y más rápido mejor)… En fin, vivir en base a la ilusión, entendida esta como sus dos primeras acepciones, esto es; concepto, imagen o representación sin verdadera realidad o fruto de la imaginación o el engaño, y esperanza cuyo cumplimiento parece especialmente atractivo. Y entre likes y retuits nos vanagloriamos de lo listos y guapos que somos.

Entre tanto humo negro que no deja respirar es posible, aunque no lo parezca, obtener bocanadas de oxígeno. Para ello, y como no podía ser de otra forma en esta web, aconsejamos acudir a la lectura. Mi último “refugio”, con el fin de aislarme para tratar de ir a la raíz de los problemas, ha sido uno de los habituales, de los que suelen no fallar. No es otro que Umberto Eco, escritor, filósofo y uno de los más deslumbrantes intelectuales que nos ha dado la Edad Contemporánea. Intuía que mucho podría rascar de este autor para analizar el tiempo que nos ha tocado vivir, y no me equivocaba. Así di con ‘La estrategia de la ilusión’, un compendio de artículos periodísticos de cariz ensayístico a través de los cuales el autor realiza, como él mismo describe, un ejercicio de “semiología de lo cotidiano”. De hecho, ‘Semiologia quotidiana’es el título original del libro.

La semiótica es esa ciencia que analiza los sistemas de comunicación en las sociedades como base para comprender toda actividad humana. De esta forma, con la erudición de siempre, ojo crítico, lengua afilada y humor ácido, Eco pone la lupa sobre diferentes hechos y realidades para entender en qué punto estamos. No es un ejercicio antropológico, ni siquiera sociológico o político, es un poco de todo eso y algo más.

“Considero mi deber político invitar a mis lectores a que adopten frente a los discursos cotidianos una sospecha permanente, de la que ciertamente los semióticos profesionales sabrían hablar muy bien, pero que no requiere competencias científicas para ejercerse. […] La intención de este ‘reportaje social’, como vemos, no es que cada lector se convierta en un experto en anatomía, sino que aprenda por lo menos a adquitir cierta conciencia crítica de sus propios movimientos musculares”. Fijadas las intenciones en el Prefacio, cabe señalar que, pese a que el autor destaca el tono diferente de estos textos en comparación con sus obras más académicas, lo cierto es que tienen todo lo del Eco de siempre. No son artículos para leer despistado, sino más bien con calma, lápiz para subrayar o bloc de notas para rescatar lo aprendido y apuntar lo que está aún por aprender.

ECO

Algunos acusan a Eco de escribir para él mismo y no tanto para el lector, pues no son obras accesibles a todo tipo de paladares. Uno puede sentirse sobrecogido ante la ingente cantidad de referencias culturales, históricas o de otras disciplinas que el autor comenta en línea sí, línea también. No obstante, si hay una obra ideal para perder el miedo a este efecto, esa es ‘La estrategia de la ilusión’.

No faltan esas referencias que comentaba, y tener Google a mano nunca vendrá mal, pero sí que es cierto que el tono es diferente. Además, los temas tratados son tan reconocibles en el día a día de cualquiera de nosotros que, a poco que se agudice la mirada, el lector no se perderá en el torrente intelectual que supone la prosa del italiano. Los ensayos están estructurados en seis grandes bloques: ‘Viaje a la hiperrealidad’, ‘Hacia una nueva Edad Media’, ‘Los Dioses del Subsuelo’, ‘Crónicas de la aldea global’, ‘Leer las cosas’, ‘De consolatione philosophiae’. Cada uno de estos bloques cuenta con diferentes artículos, dirigidos todos ellos por el hilo conductor temático que marca cada sección. Y como pueden imaginar, el compendio da para todo y más.

Así, Eco propone un viaje que nos lleva de una realidad a otra guiados por su pluma. “[…] a través de las experiencias de años se nos forma, por acumulación, un modelo negativo de telediario que, comparado después con una emisión en particular, parece contestado por los hechos. Es difícil encontrar en un solo telediario esas falsificaciones monstruosas, esas ausencias injustificadas que piden venganza delante de la comisión parlamentaria, y casi se nos llega a convencer de que el diablo no es tan feo como lo pintan.” Las temáticas son diferentes pero el fondo es siempre el mismo: la acción humana a análisis, desde la costumbre y la moda hasta los discursos políticos.

No hay que leerlos del tirón, de hecho es una obra para releer y compatible, también, con la lectura de una obra de ficción, un cómic u otro ensayo. De lo que no cabe duda es que cada línea es una píldora de conocimiento no tanto para aprendérselo cual dogma, sino para construirnos un arma con el que combatir la orgía de futilidad hipocresía que nos rodea. El propio Umberto Eco y su prolífica producción en esto de las letras se ha convertido en un clásico de hoy, entendido clásico como esa fuente de conocimiento inmune al paso de los años, en este caso nacido de la contemporaneidad. Acudir a un libro se antoja pues imprescindible, y en el caso de esta obra nos encontramos con un abanico tan amplio de temas tratados que seremos capaces de desentrañar el porqué de un lugar como ‘Disneyland’ o descubrir la razón de ser del hábito de los monjes, ¿por qué no? Y tal y como dijo Walt Whitman y cita el propio Eco en su obra, “¿Me contradigo? Bueno, ¡pues me contradigo!

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