En estos tiempos de hiperconexión, de redes sociales y polémicas digitales, se habla largo y tendido sobre los límites del humor. Un humor que parece la vanguardia de la incorrección política y algunos confunden como la única vía de llegar a la gente, de hacerse entender. En contrapartida, nos encontramos con el miedo, siempre entendido como esa herramienta de manipulación para el control de las sociedades, como el instrumento político para someter a las personas.

Así, nos encontramos ante una suerte de choque frontal entre el humor como ese útil de los “buenos” frente al miedo, la herramienta de los “malos”. Poco o nada se habla del buen uso del miedo para conseguir aquello que solo se atribuye a las sonrisas: aligerar los discursos y concienciar. Que habitualmente no se trate este tema en las noticias o en las redes no significa que no exista, y el ejemplo perfecto lo encontramos una vez más en la literatura.
Que el terror puede ser una vía perfecta de denuncia, siempre encauzado dentro de un discurso sólido y argumentado, lo encontramos en Territorio Lovecraft (Destino, 2019), la última novela del escritor estadounidense Matt Ruff. Por el título, algunos ya se pueden hacer una idea de cuáles son los temas a tratar o, como mínimo, la ambientación, ¿verdad? Si bien es cierto que en esta magnífica obra encontramos magia negra y terror cósmico que bebe directamente del escritor H. P. Lovecraft, lo cierto es que la novela es, ante todo, un descarnado grito contra el racismo en EEUU.
Quizás algunos no ubiquen a Matt Ruff, pero se trata de un autor bastante prolífico y, sobre todo, contestatario, con varias novelas a sus espaldas como Sewer, Gas & Electric: The Public Works Trilogy (1997) o The Mirage (2012), una ficción inspirada en los atentados del 11 de septiembre en Nueva York. En Territorio Lovecraft, todo comienza con Atticus, un veterano de la guerra de Corea que regresa a casa en busca de su padre, quien ha desaparecido misteriosamente. Esto le hace acudir a su tío George, con quien partirá en busca de su progenitor. Un viaje al que, por casualidades de la vida, se apuntará también su amiga de la infancia Letitia.

Así comienza esta suerte de road trip que los llevará al corazón de Nueva Inglaterra, con todos los peligros que conlleva para tres afroamericanos recorrer estas tierras a mediados del siglo XX. No darse de bruces con el violento y estructural racismo que regía en EEUU hace apenas unos años (aún muy vivo, demasiado, como advierte la triste actualidad) es uno de los principales problemas a los que se enfrentan este espontáneo trío protagonista. No obstante, lo que les espera al final del viaje será otro tipo de horrores, algunos de corte paranormal, otros no tanto, para dar al final con su padre.
Esa primera parte de la novela es sencillamente brillante, con un Ruff ágil en el ritmo pero profundo en el trasfondo, capaz de esbozar la historia de EEUU o repasar una larga lista de clásicos de ciencia-ficción mientras enfrenta a nuestros protagonistas a un sinfín de peligros. Una vez llegados a su destino, en pleno territorio Lovecraft, deberán entender quién se ha llevado a su padre y por qué razón. A partir de ahí, la trama empieza a ganar en escala y a implicar a otros miembros de la familia Turner en un siniestro enredo entre logias de magia negra con cierto cariz, en ocasiones, de los mejores thrillers mafiosos.
Un cóctel de ingredientes que, guiado por la pluma del autor, adquiere una coherencia sorprendente, invita a la toma de conciencia antirracista y tiene tiempo para dejar las dosis justas de humor. Y contra todo pronóstico, pese a lo contado hasta aquí, se trata de una lectura ligera, de confección casi cinematográfica, estructurada en capítulos cortos cargados de acción. Además, es la novela con tintes terroríficos que gustará también a los más excépticos con este género. Con todo, no es de extrañar que bajo la producción nada más y nada menos que Jordan Peele (Get out, Nosotros) y JJ Abrams (Star Wars, Perdidos, Star Trek), la HBO vaya a llevar a cabo una adaptación en forma de serie de televisión que se emitirá previsiblemente en 2020.

Otra de las virtudes de Territorio Lovecraft es que consigue captar la esencia del horror cósmico, esa capacidad de descolocar al lector, incapaz este de entender qué es lo que va a ocurrir a continuación. Resulta paradójico que, con estilo y elegancia, Matt Ruff se permita el lujo de hacer un homenaje a la producción literaria de H.P. Lovecraft al mismo tiempo que denuncia el vergonzante supremacismo racial que pregonó en vida el escritor de Providence. Esta novela es, sin duda, un ejercicio poético.