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‘Esta bruma insensata’ de Enrique Vila-Matas: la originalidad en la intertextualidad

La intertextualidad nace de una necesidad surgida durante la lectura, por lo que, imperiosamente, todo escritor que trabaje esta técnica literaria debe ser un buen lector. Explicaba el filósofo Roland Barthes al respecto de este síndrome de Diógenes cultural: «¿Nunca os ha sucedido, leyendo un libro, que os habéis ido parando continuamente a lo largo de la lectura, y no por desinterés, sino al contrario, a causa de una gran afluencia de ideas, de excitaciones, de asociaciones? En una palabra, ¿no os ha pasado nunca eso de leer levantando la cabeza?».

Con Vila-Matas, en Esta bruma insensata, de tanto elevar la cabeza podemos terminar con tortícolis. Su última novela recupera una de las mayores obsesiones del escritor barcelonés, el arte de las citas, y la eleva a la categoría de tema principal de la obra. Así, en esta narración el lector acompaña a lo largo de un extenso paseo a Simon Schneider, un traductor y proveedor de citas literarias para escritores, que lucha contra su tragedia personal y familiar.

El monólogo de este personaje, solo roto por intensos e incomodísimos diálogos, se construye como un mosaico de fragmentos literarios (y no literarios) en el que resulta casi imposible distinguir los límites de la ficción. Las citas se sobreponen a la narración que avanza, al igual que su personaje principal, por un camino hacia el absurdo/surrealismo que poseen todas las sombras durante el atardecer. Tal y como explicaba Kristeva, la intertextualidad es la nueva intersubjetividad: «todo texto se construye como mosaico de citas, todo texto es absorción y transformación de otro texto. En lugar de la noción de intersubjetividad se instala la de intertextualidad, y el lenguaje poético se lee, al menos, como doble».

El único problema que le veo a un texto como Esta bruma insensata es la recepción que puede hacer de él la crítica literaria. Habrá muchos intelectuales que lean este escrito de Vila-Matas y sientan la imperiosa necesidad de establecer un mapa de coordenadas e influencias. Una pena (en tanto puedan influir a potenciales lectores) y una pérdida total de tiempo. Volviendo a Barthes, que nunca está de más: «La intertextualidad en la que está inserto todo texto, ya que él mismo es el entretexto de otro texto, no debe confundirse con ningún origen del texto: buscar las ‘fuentes’, las ‘influencias’ de una obra es satisfacer el mito de la filiación; las citas que forman un texto son anónimas, ilocalizables y, no obstante, ya leídas antes: son citas sin entrecomillado».

Y así, resulta bonito pensar que Barthes, con una cita, nos ha dado la clave para interpretar a Vila-Matas. Cuando lo leemos padecemos una constante sensación de déjà vu y, sin embargo, tenemos la certeza de que seguramente sea el autor contemporáneo más original.  

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