En antólogo Gonzalo Torné, de la mano de Hermida Editores, nos ha hecho un hermoso regalo a los lectores en castellano. Es una pequeñez, un libro que podría pasar desapercibo como una caja de bombones entre las decenas de regalos que se dan en una boda, sin embargo, el chocolate que tiene en su interior (amargo y dulce a partes iguales) es de una calidad exquisita. El título de este pequeño obsequio es Amar y revivir y la chocolatera, la genuina Mary Shelley.
Explica Torné en el prólogo que a Mary Godwin, quien luego tomó el apellido de su marido Percy Shelley, se la conoce, básicamente, por su gigantesca novela Frankenstein. Una nueva injusticia literaria, ya que también fue la autora “de unos inquietantes diarios, una colección extensa de relatos, una concentrada y meritoria colección de poesía, varias novelas y algunas de las cartas más emotiva del siglo” (Torné, 2020: 9). Amar y revivir llega a nuestras librerías con la intención de descubrir lo más destacado de la narrativa breve de la autora, dando al lector no especializado ni al apasionado, unas fugaces pinceladas de la maestría que alcanzó la escritora.
La antología recupera trece cuentos de Shelley que permiten al lector transitar desde el espíritu romántico (sus personajes), al gótico (ambiente) para llegar a nuestra contemporaneidad (temática). Porque, si nos liberamos de los prejuicios, nos podremos percatar de que la construcción estética de estos relatos está puesta al servicio de la “ética” (lo pongo entre comillas a sabiendas de que a muchos podría chirriarles esta expresión). Con ello, pretendo subrayar la profundidad reflexiva que se esconde tras estas narraciones que golpean con rabia al lector hasta hacerle llegar a una conclusión: o Mary Shelley era una pionera, casi visionaria, o realmente hemos avanzado muy poco en estas décadas.
Subraya Torné: “La actitud que domina los cuentos fantásticos de Mary Shelley recuerda a la idea que Wittgenstein deja caer en la Conferencia sobre ética: los milagros existen en el breve segundo que suceden, después se integran en el mundo natural, son absorbidos por el tejido cotidiano” (2020: 12). Nos encontramos, pues, ante una lectura fantástica en todas las acepciones posibles. Esperemos que no se disuelva en la rutina de la vorágine editorial posconfinamiento.