Los libros son baúles cargados de sentimientos, de emociones. Al menos es lo que un buen libro debería ser. Entonces, cuando los abres y te zambulles en sus páginas, es como abrir la caja de Pandora, y todas esas emociones salen disparadas hacia el lector. Después depende de la habilidad del autor a la hora de construir los personajes, y de que la trama que el libro consiga atrapar al que lo sostiene entre sus manos. No siempre lo consigue, pero hay novelas que van directas a tu conciencia y no te sueltan hasta la última página. En La Milana Bonita hemos visto de todo, pero pocas cosas como lo ocurrido con Viaje al fin de la noche, del polémico escritor Louis-Ferdinand Céline.
Es de esos libros especiales, sin duda. El periódico galo Le Monde lo sitúa en el sexto puesto de su lista de libros del siglo XX. Algo tiene que tener. La historia gira en torno a Ferdinand Bardamu, quien en un arrebato de patriotismo inconsciente decide enrolarse en las filas del ejército francés para participar en la I Guerra Mundial. Una Gran Guerra que, como nos demuestra el autor, sacó a relucir lo peor de la humanidad, una explosión de violencia incontrolada e inútil. Un completo sinsentido que no hace sino acentuar la misantropía del protagonista. Porque ya sabemos que las guerras surgen por un problema que, cuando finalizan, no solo no ha sido resuelto sino que han provocado muchos nuevos. Pero el conflicto bélico no es la única razón que asquea al protagonista, pues la explotación del hombre por el hombre, el colonialismo y la peor cara del capitalismo son otros monstruos alimentados por el ser humano.

Y Bardamu, álter ego de Céline, se encuentra inmerso en un viaje hacia ningún lugar en particular, trotando por París o Nueva York e incluso África, y tratando de dar con algún lugar donde la miseria no le ahogue. Una tarea que a medida que pasan las páginas parece más complicada. Un sentimiento que se apodera de ese lector indefenso. Alguno de nosotros pensaba que iba a poder reír con las ácidas reflexiones del protagonista sobre la guerra, en la línea de Las aventuras del valeroso soldado del valeroso soldado Schwejk de Jaroslav Hašek. Bueno, este es otro fantástico libro, pero en otra línea. Y Viaje al fin de la noche también tiene momentos para sacar una sonrisa, pero su objetivo es más bien abrir nuestros ojos y proyectarlos hacia lo más hondo de las personas.
Como podéis imaginar, son muchos los contenidos que os ofrecemos. Desde discutir sobre la figura del propio Céline, o los porqués de la masacre que supuso la I Guerra Mundial. Y de cine misántropo y nihilista tratará nuestra sección sobre el celuloide. Y hablaremos además sobre una adaptación al cómic que nunca llegó. Contenidos y más contenidos para un programa (esperemos) a la altura de la temporada, y uno de los libros que merecen un espacio importante.
¡La revolución ha comenzado!
Hoy he escuchado este programa y la verdad es que para mí ha sido un alivio comprobar que no soy la única a la que le parece un libro incómodo. De hecho, aunque reconociedo su mérito, ha sido de los pocos libros que no he podido terminar. Me afectaba demasiado. Quizá en un futuro lo reintente.
¡Un saludo!
Pues llego meses tarde a comentar. Me ‘reconforta’ saber que no soy el único que no ha podido terminar el libro. En los últimos seis meses he traído de un lado a otro mi pequeña edición de bolsillo de Gallimard (¡parece que tiene menos páginas de las que realmente tiene y me engañó en un principio!) y…no, no puedo.
A ratos me parece ‘incómodo’ pero otras veces creo que es simplemente aburrido y no le veo mucho sentido. Sí, la miseria, las reflexiones eternas entre una cosa y otra (realmente eternas a veces y sin estructura, aunque sea su inmenso mérito literario y todo eso), sí, la misantropía y la desilusión…¿y? Que me perdonen Bukowski y el omnipresente Vargas Llosa, que se aparece sin avisar en todas las entrevistas de todos los autores de todos los estilos, pero no me gusta Céline.
A ver si cambio de opinión y me convence alguien de seguir leyéndolo.
¡Saludos!