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‘Libertad’, de Jonathan Franzen: un libro para entender Estados Unidos emocionalmente

En mi última reseña ya planteé la necesidad de reubicar la literatura como un espacio de resistencia. Frente al individualismo capitalista del ‘Just do it’, decía, podíamos encontrar en la literatura un espacio para compartir experiencias con aquellos anónimos que nos rodean. Pues bien, hoy retomo esta idea porque considero que vuelve a estar muy relacionada con la lectura que he hecho de Libertad, de Jonathan Franzen.

Este escritor estadounidense, pareja en los libros de texto de David Foster Wallace, es hoy una de las mejores voces de la narrativa norteamericana. Su literatura, desde mi punto de vista, es profundamente yanqui. No obstante, esto hoy, en un mundo globalizado por McDonalds y Coca-Cola, no supone ninguna traba para el lector castellano hablante. Poco importan ya los centenares de kilómetros que nos separan de ellos, porque para la mayoría de nosotros es más “cotidiano” un juzgado o una comisaria norteamericana que los de nuestra ciudad.

Esto hizo que en su momento, 2010, Libertad (Salamandra) fuera muy celebrado tanto por público como por crítica. El libro del año, decían. La mejor novela de la última década, llegué a leer en algún suplemento literario. Los diferentes comentarios que se hicieron de él se deshacían en halagos. Todos veían con entusiasmo la radiografía de la familia contemporánea que planteaba Franzen en Libertad a través de las diferentes concepciones de la paternidad, maternidad, amor o el arte que el escritor ponía en conflicto en la novela.

Yo aquí no pretendo desacreditar dicha lectura centrada en la trama y en la construcción de los personajes (dicho sea de, que son maravillosamente complejos). Más bien, pretendo aportar un nuevo punto de vista un poco menos trillado (¡si no, con qué cara me planto yo aquí para hacer un refrito de viejas reseñas!). Mi propuesta, la cual tampoco es que sea especialmente original, pretende resaltar la profunda construcción ideológica que relata Franzen en Libertad.

Como decía la Literatura puede tomarse como un espacio de resistencia y, también, como un lugar donde encontrar análisis complejos de otras realidades que no podrás encontrar ni en la prensa ni en los libros de texto. Porque, una novela como esta, lo que nos ofrece muchas veces es una manera de sentir (y no solo de entender). Si lo han leído, vuelvan al capítulo que cotextualmente se desarrolla en los meses posteriores al 11-S; si aún no han disfrutado de este libro, están tardando. Lean (de nuevo) esas páginas y a partir de ellas traten de comprender (sentir) el discurso del miedo que mantiene en un frágil estatus de poder a una de las personas más despreciables de la política actual (y eso es decir mucho), Donald Trump. No puedo extenderme aquí mucho más, porque tengo el peligro de plantear una nueva tesis. Simplemente os dejo esta pincelada y os recomiendo que, si queréis entender a un nivel emocional a la sociedad estadounidense, leáis este libro.

¡La revolución ha comenzado!

Pd. Si os gusta este escritor, aquí tenéis otra reseña de un libro más reciente.

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