Siempre es bonito volver a encontrarse con viejos amigos. Algo parecido ocurre cuando te cruzas en el camino de este Lucifer, antiguo personaje del encumbrado cómic The Sandman, obra capital del escritor británico Neil Gaiman. La conclusión de las peripecias de Morfeo llevaba consigo la incapacidad de usar al personaje en cualquier otro cómic que no fuera escrito por Gaiman, así como se condicionaba el uso de los mismos en simples cameos o futuras apariciones referenciales. Sin embargo, desde DC no tardarían en modificar dicho pacto…

Corría el año 1988 cuando Lucifer hacía su primera aparición durante el arco argumental Estación de Nieblas, quien cansado de su mandato en el Infierno decidía expulsar a todos los demonios y almas condenadas para cerrar sus puertas y entregarle la llave a Morfeo, dios de los sueños. El Averno quedaría entonces en manos de los ángeles, mientras Lucifer, cansado de todo, se retiraría en la ciudad de Los Ángeles. Allí inauguraría un exclusivo bar llamado Lux, en el que serían constantes las visitas de seres sobrenaturales. A la escapada de Estrella del Alba también habría que sumar la huida de Dios, desaparecido desde hace algún tiempo como ya pudimos leer hace varios meses en la reseña de Predicador nº1: Rumbo a Texas. Los vacíos de poder no harían más que provocar el ascenso de criaturas mediocres en un intento por hacerse con el poder de toda la Creación. Sin embargo, no solo veríamos pelear a ángeles y demonios por un trozo del pastel, sino también a un extenso entramado de criaturas mitológicas en el que destacaría la figura emergente del lobo Fenris. La corrupción de las raíces del árbol mundo Yggdrasil auguraría la llegada del Apocalipsis, solamente evitable mediante la acción conjunta de Lucifer y del Arcángel Miguel. ¿Podrán conseguirlo? Así arranca el quinto número publicado por ECC, donde la acción y las intrigas celestiales parecen no tener fin.
Mike Carey es uno de los guionistas más reputados del panorama norteamericano, catapultado a la fama por su etapa con Lucifer, su aportación al mundo de John Constantine o al universo de Los Cuatro Fantásticos pero también con otras obras con nombre propio como The Unwritten. A pesar de una carrera plagada de éxitos, con proyectos para las dos grandes compañías del cómic mundial, escribir sobre la criatura pergeñada por Neil Gaiman le abriría las puertas para todos aquellos trabajos. Tal como recogen desde la web de RTVE, la oportunidad de escribir sobre el rey del infierno fue única para Carey: «Encargarme de Lucifer fue un sueño hecho realidad, me encantaba el universo de Sandman y tener la oportunidad de jugar con esos personajes era maravilloso. No me podía atrever a decir que no y me lancé de cabeza». A su lado le acompañaron un amplio abanico de dibujantes, entre los que se incluyen los nombres de Ted Naifeth, Peter Gross, Ryan Kelly y P. Craig Russell, dejando claro que, al igual que ocurriera en The Sandman, lo verdaderamente importante estaba detrás de la historia y no tanto en el ecléctico apartado gráfico.

Una de las características más destacadas de Lucifer es la extraordinaria complejidad de sus tramas; una peculiaridad que viene precedida por la astucia de su protagonista, capaz de hilar planes y situaciones impensables. Y es que el profundo desarrollo argumental, con varios hilos entretejiéndose y combinándose, hace necesariamente que tengamos un alto número de personajes provenientes de diferentes universos y mundos mitológicos, tal y como ya hiciera Gaiman en la concepción de su Morfeo y compañía. «En Sandman, Gaiman había creado un universo que ya incluía todas estas religiones o mitologías, yo lo único que hice fue explorarlas, darles otro estilo. En la historia de Lucifer, todo se basa en el destino, por lo que incluir todas estas religiones en el mismo escenario, las iguala, las pone al mismo nivel, de forma que te encuentras deidades japonesas cristianas, tribales… discutiendo sobre el universo y no parece raro, porque todo tiene un sentido en este cómic”. Estos son solo algunos de los ingredientes que nos pueden interesar a la hora de abordar una historia única, complicada y muy entretenida, capaz de ofrecernos un retrato atípico sobre un personaje tradicionalmente etiquetado como el malo a batir.