¿Estás interesado en la mitología nórdica y no sabes por dónde empezar? ¿Te gustaría penetrar los rincones del Valhalla y compartir mesa con Odín pero te falta práctica con la espada? Los fríos dioses europeos han poblado nuestras historias más antiguas, construyendo murallas impenetrables, combatiendo a gigantes de fuego y permitiendo una y otra vez las vilezas de Loki. Una serie de aventuras cíclicas, condenadas a repetirse hasta la llegada del temido Ragnarok, el fin del mundo. Esa capacidad periódica para reimaginar su propio universo les hizo únicos en el mundo, una habilidad que les ha servido para expandirse fuera del ámbito nórdico-germano y convertir a su dios más famoso en un superhéroe yanqui. Pero las aventuras de Thor en el cómic y en el cine no han sido las únicas, hoy la serie Vikings reúne a millones de espectadores en History Channel, la novela American Gods congrega miles de lectores y siempre nos queda esa sensación agridulce de inconformidad porque queremos más. No nos cansamos de sus viajes por el mar ni de la naturaleza mágica y a la vez humana de sus dioses. La mitología nórdica engancha tanto o más que la griega, algo que Borges o Wagner podrían autentificar.
A esta altura del texto, probablemente, alguno de ustedes se haya percatado de la omisión del que quizá sea uno de los héroes más famosos de esta cultura. Sí, exacto ¡ese! Un hombre fuerte, rudo y honorable. Un marinero capaz de enfrentarse a cuantas serpientes marinas se le cruzaran por el camino y enamorar a reinas y plebeyas por igual. Mitad abeja, mitad lobo se convertiría en el azote del mal. ¿Ya lo saben? Sí ¡ese! El verdugo de Grendel y orgullo de los daneses. Los cuernos suenan para recibir al gauta más grande. Beowulf está aquí.

Los españoles Santiago García y David Rubín nos regalan la mejor adaptación realizada sobre el personaje. Lo dejo claro desde el principio para que no haya lugar a dudas de mi devoción por esta obra, un auténtico espectáculo de narrativa visual ¿Todavía no saben cuál es su argumento? En una entrevista del año pasado concedida a nuestros compañeros de RTVE, Santiago ya nos recordaba los vericuetos del poema: “Un guerrero acompañado de sus hombres llega a un reino danés para dar fin a un monstruo que lleva doce años asolándolo. Una vez hecho esto, acaba con la madre del monstruo. Cincuenta años después, siendo ya rey de su propio reino, tiene que enfrentarse en su batalla final a un dragón que arrasa sus tierras. Estos son los elementos básicos del poema y son también en los que se basa el cómic que hemos hecho David y yo”. La premisa suena clásica porque es clásica, estamos hablando de un poema del que poco se sabe, más allá de que fuera escrito entre fechas que abarcan desde el siglo VIII hasta el XII d.C.

El cómic sigue la estela del poema, planteándonos el enfrentamiento entre héroes y monstruos en su vertiente más tradicional. Olvídense de la seductora madre de Grendel de la película de Robert Zemeckis o del aspecto casi enfermizo de su hijo. Destierren de su mente la versión canadiense protagonizada por Gerard Butler y la adaptación de Christopher Lambert de 1999 porque, por fin, hemos encontrado una historia que haga justicia a la grandeza del personaje. Santiago García y David Rubín han conseguido transportarnos a las inhóspitas tierras del rey Hroðgar para demostrarnos hasta qué punto un héroe está dispuesto a sacrificarlo todo en pos de la gloria eterna, un concepto que nos retrotrae inmediatamente al Aquiles de la Ilíada. (En La Milana Bonita no hemos analizado la guerra de Troya pero sí la Odisea de Homero).

Antes les comentaba que el aspecto más remarcable de este cómic era el funcionamiento impecable que posee su arriesgada puesta en escena. A continuación les proporcionaré cinco claves que justifiquen esta idea y que, seguramente, les empuje a incluir en su biblioteca un ejemplar de Beowulf.
1. La historia nos ofrece una doble lectura. La primera la podemos hacer de modo lineal, limitando nuestra experiencia a la lectura de los bocadillos y cuadros de texto. El problema de ello radicaría en continuar esa incompleta primera toma de contacto, porque eso nos provocaría la pérdida de su valor añadido. Vale la pena dedicar el tiempo necesario a la comprensión de cada detalle, por más nimio que aparente ser.
2. Cada página se subdivide en otra y los bocadillos se convierten en miniviñetas para agilizar el ritmo de una historia, donde no hace falta la aglomeración de palabras ni una voz narradora constante.
3. El diseño gráfico es espectacular, sobre todo el que concierne a los tres monstruos de la historia: Grendel, la madre y el dragón. El trío parece salido de una película de ciencia ficción de los años 80, donde viajaremos irrevocablemente a los recovecos de la Nostromo o nos veremos cara a cara con el letal Predator. Las referencias estilísticas están ahí, pero combinadas de modo muy natural con las características propias de los trolls y demás criaturas mitológicas.

4. La edición de Astiberri es la mejor para una historia como esta. Un volumen a todo tamaño sin el cual sería imposible disfrutar de su apartado visual.
5. El final de Beowulf nos regala una sorpresa, que incluye un toque de metaficción muy recurrente, repleta de detalles gráficos.
¿De verdad lo tengo que decir? ¡A leer!