El poder de los sueños es materia prima de primera calidad para la literatura. Su complejidad, su misterio, su oscuridad… Son muchas las características que convierten al reino de Morfeo en un elemento omnipresente en las novelas. Y un auténtico experto en la materia es Neil Gaiman (Portchester, Reino Unido, 1960). El británico, que ya ha protagonizado alguna que otra entrada en La Milana Bonita, suele asociarse al mundo de los cómics. En concreto a The Sandman, su obra cumbre publicada por primera vez hace 27 años. En ella, Gaiman presentaba a los amantes de las viñetas a un Sueño debilitado que debía recuperar su poder en un viaje onírico para él y para el propio lector.

Pues bien, ‘El Océano al final del camino’ es la primera novela que leo de Neil Gaiman. Una novela que llegó a mí estas Navidades gracias a un buen amigo y que he degustado con calma para analizar la pluma de este escritor. Con este libro en las manos he pasado por tres etapas que me dispongo a describir:
1. Emoción. Es, sin duda, la primera sensación que tuve. Se trata de Gaiman, se trata del autor de The Sandman, que es lectura obligatoria para cualquier amante de la literatura y de los cómics en particular. El maremagnum de mitologías y fantasía que describe la obra, utilizando el periplo de Sueño como contexto, me fascinó. La capacidad imaginativa de Gaiman así como su habilidad para recrear mundos que solo pueden estar presentes en su cabeza, es, a mi modo de ver, soberbia. Y esto me servía para saber lo que me quería encontrar en ‘El Océano al final del camino’.

2. Contención de la emoción. Nada más comenzar la novela, me di rápidamente cuenta de que sí, es una novela de Neil Gaiman, pero no es ‘The Sandman’. Es importante, y lo aviso desde ya, que cualquiera que quiera leer esta novela, debe olvidarse de aquella maravilla en forma de cómic. ‘El Océano al final del camino’ cuenta la historia de un niño débil y asocial que prefiere refugiarse en los libros antes que relacionarse con otros chicos pero que, un buen día, conocerá mundos que jamás hubiese soñado. O sí. Un argumento que tarda en arrancar y que, en mi opinión, se mantiene demasiado plano durante demasiadas páginas. Mi prematura decepción no fue tanto porque no fuese ‘The Sandman’, sino porque me parecía estar leyendo una novela más sobre un niño marginal que no se relaciona. Y eso, de Gaiman, no podía ser cierto.
3. Confirmación de que la obra es de Neil Gaiman. Sí, el arranque es decepcionante y demasiado sencillo. Quizás me traicionaron las expectativas… Porque poco a poco (como decía, algo tarde), Gaiman empieza a llevarte a su terreno y su habilidad empieza a notarse en la novela. La fantasía rebrota para sorpresa del lector, de golpe, hilvanada por el recurrente mundo de los sueños. Cuando la imaginación de Gaiman se desata, todo comienza a cobrar sentido.
El narrador de la historia es el propio niño que, ya de adulto, regresa a su pueblo natal y comienza a recordar su particular infancia junto con su amiga Lettie Hempstock y su «mágica» familia. Continuas alusiones a los sentimientos más profundos, al valor de la infancia, al poder de los sueños, a no perder la alegría con los años y, en definitiva, una oda a la imaginación, una imaginación que, en la mente de Gaiman da como resultado novelas que todos sus seguidores deben leer. Y si te gusta soñar, tú también deberías.
Sería un error valorar la obra de Gaiman solo por The Sandman, porque es un escritor prolífico de novela, relato corto, cuentos, novela gráfica e incluso guión cinematográfico. Para mi, la magia de este autor es que sabe moverse por campos muy diferentes, crear historias más sencillas o complejas según le interese, pero siempre con un toque completamente personal.
Ésta es una de sus mejores novelas de los últimos tiempos sin duda, tiene mucha más profundidad de la que parece en un principio 😉
Totalmente de acuerdo. Era mi primera novela de Gaiman y poco a poco te va metiendo en su terreno, donde se maneja a la perfección. Esa es la gran virtud que pe veo a la novela, además de como hilvana fantasía y realidad a través de los sueños.