Hace varios años, cuando recién empezaba a familiarizarme con John Constantine de un modo más regular, me topé en una biblioteca con los volúmenes que editaba por aquel entonces Planeta y que hoy recopila ECC. De entre todos los que había, escogí uno firmado por Brian Azzarello sin saber que, desde aquella lectura, John ya se había convertido en uno de mis personajes preferidos. Había acertado de pleno.

Brian Azzarello rompe por lo sano con el entorno del mago, anclado en los suburbios marginales de Londres, para llevárselo de viaje hacia América, su América. No es nada nuevo hablar del ingenio y la calidad del escritor de Joker, junto al lápiz mágico de Lee Bermejo, 100 balas o la tan laureada etapa reciente de Wonder Woman; por eso no debe extrañarnos que estos números sean tan míticos dentro de la historia del personaje. Como les comentaba, John hace las maletas y se marcha hacia Estados Unidos, primero como preso en una cárcel tan corrupta como abominable. Una estancia de la cual no tenemos mucha información y que Richard Corben adapta a su fiel estilo gráfico, característico por ser sucio y descarado, para luego dar un paseo por la América más ultraderechista y nazi.
De las grandes historias que contiene esta etapa, elegiría como favorita, sin discusión alguna, la de Buenas Intenciones, el que, para un humilde servidor, es el mejor trabajo de su estancia en la serie. Planteamiento, nudo y desenlace muy bien hilados, con personajes que dejan huella y un cierre maestro. Highwater seguiría el listín, seguida de cerca por Infierno Helado. ¡Ah! y si te gusta Steve Dillon, también tendrás una pequeña ración de su trabajo. El dibujante de Predicador, del que tanto y tan bien hemos hablado, se pasea nuevamente por la serie, aunque sea tan solo para algunas viñetas. Siempre es de agradecer ver en acción al fantástico dibujante inglés.

Carátula de ECC
Buenas intenciones
En su periplo por Estados Unidos, John se sumerge en la ya tan conocida América profunda al encuentro de un viejo amigo llamado Dickie, momento en el cual comienza la caída libre de nuestro protagonista en un espiral enfermizo. La violencia y el sadomasoquismo se entremezclan con una brutalidad pocas veces vista, incluso, en un cómic como este, en el que hay licencia para todo. En un pueblo como Doglick, donde lo único que importa es el mantenimiento de la comunidad, del modo que sea, pocas cosas no encuentran la justificación necesaria. Algo que John no tardará mucho en averiguar cuando se convierta en la víctima de un retorcido plan para sacar rédito. Solo puedo decirles que la trampa que le tienden incluye: drogas, un hombre vestido de cuero, un perro y una cámara de vídeo. A partir de este punto del cómic Azzarello plantea una narración salvaje y retorcida, certificando eso de que, a veces, es preferible no saber todas las respuestas. La historia está acompañada con el arte gráfico del ilustrador argentino Marcelo Frusin, al que catalogan como un deudor de, sí, otro argentino, el artista Eduardo Risso, famoso por su trabajo con Azzarello en 100 balas.
¿Qué contiene el volumen?
La etapa del guionista Brian Azzarello, tan extensa como polémica, al frente de la colección más veterana de Vertigo, recoge los números de Hellblazer: 146 a 174, así como el número 250 y el Secret Files del personaje, todo numeración USA.