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‘Intemperie’, de Jesús Carrasco: la simplicidad como recurso narrativo

libro_1360625851¿Por qué el adjetivo «simple» está adquiriendo un matiz peyorativo en la literatura? ¿Quién ha dicho que lo sencillo sea malo? Jesús Carrasco (Badajoz, 1972) demuestra con su novela Intemperie que esta preconcepción que parece que se ha instaurado en la crítica artística es un completo error. En su libro demuestra que con muy poco se puede sobrecoger al lector hasta las entrañas, emocionarle hasta el llanto, golpearle hasta magullar su conciencia… Y todo esto mediante el uso de las herramientas más simples que se esconden detrás del oficio narrativo: un conflicto, unos personajes y un lugar.

El conflicto

Intemperie es la historia de la huida de un joven muchacho. El chico, de una edad indeterminada (aunque yo me he hecho a la idea de que tendría entre 7 y 10 años), escapa de la casa donde vive su padre, del pueblo opresivo en el que se ha criado y de la dominación que impone sobre él el alguacil.

La pregunta que recorre el principio de la novela es: ¿qué ha llevado a este chico a alejarse de todas las comodidades que albergaba su casa por muy básicas que fueran? El lector tendrá que ir resolviendo el misterio mediante pequeñas pistas hasta que en una escena final, de una tensión y un patetismo sobrecogedores, Carrasco une con precisión causas y consecuencias ante la mirada encendida del lector.

Los personajes

Los personajes están creados con la sutiliza de la simpleza. Intemperie crea un genial arco narrativo mediante una triada: el muchacho, el cabrero y el alguacil (con su sombra). Otros personajes como el padre, el tullido o los acólitos del alguacil (como «El colorao») son meros oropeles narrativos, que funcionan como adornos decorativos en la trama.

El muchacho, protagonista principal de la novela, se enfrenta (sin ser consciente de ello) a una compleja decisión que terminará por definir su vida adulta. Por un lado, tiene el ejemplo del cabrero, del oficio, de la supervivencia desde el respeto… Por otro, posee la opción de tomar el camino de la violencia, de la impunidad, del ejercicio del poder por el mero hecho de poseerlo.

El lugar

Aunque muchas veces los escritores pasen por largo el espacio en el que se desarrolla la trama, este puede ser un elemento fundamental para dotar de significado a la historia y Jesús Carrasco lo sabe. Intemperie se ubica en una desértica meseta (¿castellana?) en un tiempo indeterminado en el que «solo había dos vehículos en la comarca». La aridez del terreno, el Sol siempre traicionero, y la ausencia de agua que cuartean el terreno, los rostros y el alma de los habitantes de esta región indeterminada vehiculan transversalmente la historia.

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Parece arte de magia, pero muchas veces solo la ausencia consigue significar el valor real de algo. Carrasco utiliza esta característica propia del ser humano contemporáneo y la desarrolla con soberbia en Intemperie. El lector vive la angustia del muchacho por la falta de agua, el mareo por la falta de alimento y el escozor de las quemaduras del sol. Solo al final la lluvia parece dar un respiro, pero insensato sería quien pensara que ese es el comienzo de «una bonita amistad». Ni final feliz, ni final triste, ni final abierto… Aquello simplemente es el final, único final, que podría admitir la historia.

En este punto lo fácil sería decir que se trata de una «novela de iniciación» (bildungsroman) pero, sinceramente, considero que esto sería simplista. Intemperie va más allá. Se acerca con sigilo a la esencia de la literatura, del arte, del ser humano… de la frontera que separa el bien del mal.

4 comentarios

  1. Yo ya lo había leído hace un tiempo y pensé en lo bien escrito que está y en cómo Jesús Carrasco conseguía dos objetivos que para mí tiene que tener una buena novela: un buen y cuidado estilo narrativo, y conmovernos a lo largo de la novela con las miserias y crueldades que se reflejan a lo largo de la vida del muchacho.

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