Es curioso tratar de descifrar qué lleva a un escritor a plasmar sus pensamientos sobre el papel. Puede ser desde una experiencia vital, una simple idea para construir una historia o una reflexión filosófica sobre la que crear un argumento. Es algo que, directa o indirectamente, siempre solemos tratar en La Milana Bonita. No ya la clásica obsesión sobre la biografía de un escritor, sino el trasfondo auténtico de las páginas. Ese eje sobre el que se articula la novela y que supone su raison d’être. ¿Qué llevó a Cortázar a escribir Rayuela? ¿Qué idea primigenia permite a Woolf lucirse con La Señora Dalloway? Preguntas que siempre son jugosas para cualquier lector inquieto. Hay en otras obras que lo tenemos muy claro, prístino. Es el caso de ‘Este libro es de mi madre’, de Erich Hackl, la última joya de la editorial papelesmínimos que el mismo lector inquieto sabrá apreciar.

Erich Hackl (Steyr, 1954) es un escritor y traductor austriaco, de los más leídos en su país de origen, que siempre ha destacado por indagar en la realidad para dar con las mejores historias. No solo eso, sino que trata de desentrañar todos los detalles. De hecho, él mismo se ha autodenominado “un detective que no inventa, investiga”. Así nos ha mostrado relatos tan duros como el que narra ‘El lado vacío del corazón’, sobre los largos brazos del terror nazi, que no se proyectó solo contra los judíos. A este hay que sumarle otros títulos como ‘Los motivos de Aurora’ (1987), ‘Adiós a Sidonie’ (1989) o ‘Sara y Simón’ (1995), entre otros. Todos ellos tienen en común que cuentan aquello que no protagoniza manuales de Historia pero que está ahí, detrás de los grandes titulares.
Historias que suponen, en muchos casos, un puñetazo a los escrúpulos de los lectores, que se indignarán de rabia y agradecerán a Hackl el haberles abierto los ojos. Sin embargo, en ‘Este libro es de mi madre’ el autor parece darse un descanso, al menos en parte. En la novela, que apareció publicada por primera vez en 2013 en su edición original alemana (Dieses Buch gehört meiner Mutter es su título), el austriaco deja a un lado esa labor detectivesca y acude directamente a lo más profundo de su mente, a sus recuerdos más escondidos, borrosos y, por paradójico que parezca, más sinceros.

De esta forma nos habla de campos de avena, centeno y patatas; de paisajes tan austeros como balsámicos, de vecinos que vienen y van. La figura de su madre articula ese viaje a través de la memoria que también nos habla del paso del tiempo, del cambio generacional y de esa gente anónima que es la verdadera protagonista de la Historia con su sencilla vida en Mühlviertel (Austria), región al norte del Danubio donde nos traslada ‘Este libro es de mi madre’. Con una estructura poética y estilo prosaico, tan sorprendente como efectivo, los recuerdos se suceden uno tras otro, como en piloto automático y tal y como, si uno lo piensa, funciona la memoria. Un recurso que Hackl utiliza con maestría y convierten su obra (114 páginas sin contar las fotografías de archivo que incluye) en un maravilloso compendio que oxigenará la mente del que lo lea.
No he podido leer el original por mi desconocimiento de la lengua teutona, pero es digna de elogio la traducción de Pilar Mantilla en colaboración con Manuel Lara, porque a simple vista uno puede deducir que no ha sido una tarea nada fácil. Y es que las palabras se suceden como piezas de un puzle, pero uno que ahora podemos degustar los hispanoparlantes, viajando lejos y descubriendo al mismo tiempo que esto, la vida, va de gente anónima. Y punto.