
¿Qué está pasando con la literatura? ¿Vuelve a estar de moda? Hace unos días, en ese engendro televisivo llamado Sálvame se vivió un acontecimiento que en pocos años inspirará dos o tres tesis: Jorge Javier Vázquez y Belén Esteban hablaron durante casi un minuto de literatura (os recomiendo encarecidamente que leáis este artículo). Jorge Javier, quien parece ser el gurú intelectual de esa troupe, recomendaba a la icónica Belén que leyera la última novela de David Trueba (Tierra de campos). Ella, entusiasmada, se apuntó el consejo porque, según se puede entender en este corto diálogo, leyó Patria también por recomendación de JJ y lloró. ¡Lloró con este libro porque refleja a Ess-paaa-ña!
Dejemos a un lado la ironía y pensemos un momento en lo que ha pasado. Guardemos la artillería para otro momento, porque (aunque nos duela como una puñalada en la entrepierna) seguramente aquel fuera el “segmento cultural” más visto en la televisión española en los últimos 10 años. Y, seamos sinceros, nos gusten más o menos las recomendaciones no dejaron de ser acertadas: Patria de Aramburu y las novelas de Trueba, que es bastante buen narrador (Saber perder merece mucho la pena).
Si a este gran evento televisivo-literario le sumamos el programa de Mercedes Milá (Convénzeme, en BeMad) y la nueva incursión mediática de Sánchez Dragó (Libros con uasabi, en La 2), habrá quien pueda pensar que la literatura vuelve a estar de moda. No voy a juzgar aquí estos dos programas literarios (no he visto tantas emisiones como para hacer una crítica acertada), simplemente voy a comentar su carácter, su esencia. El programa de Milá es una sucesión de famosos (y famosillos) que nos hacen recomendaciones literarias. El de Dragó es una añejada con un pretendido carácter subversivo que no deja de ser lo mismo de siempre (canten conmigo: todo está en los libros…).
Puedo estar equivocado, pero considero que estos tres ejemplos televisivos nos demuestran que, aunque la literatura haya ganado recientemente presencia en la pequeña pantalla, se siguen manteniendo los mismos roles. Es decir, parece que hablar de literatura o de libros, en general, es una legitimación (una reivindicación) para incrustarse sea como sea dentro de una élite cultural. Me explico con un ejemplo. Dijo Belén Esteban durante su diálogo con Jorge Javier algo así como: “Yo también leo, aunque haya gente que piense que no”. Lo cual, lo podemos traducir como: “A ver, yo sé que aquí tengo un papel de tonta y que no hago más que decir frivolidades, pero luego en mi vida privada leo, por lo que soy inteligente” (nota del traductor: puede que los prejuicios me hagan perderme).
Desde hace mucho tiempo, los miembros de La Milana Bonita hemos reivindicado la necesidad de que la literatura abandone su puesto de privilegio para exponerse al escrutinio de los bares. Allí donde se cambia el mundo es donde se debe hablar de libros, pensamos. Con este propósito llevamos ya ocho años batallando por internet. ¿Podemos, por lo tanto, estar contentos ante este florecimiento de espacios televisivos dedicados a la literatura? Pues, sinceramente creemos que no. No queremos pecar de esnobismo, más bien es todo lo contrario. Nuestra reivindicación parte de entender que la literatura es una necesidad vital, por lo que Belén, tranquila, puedes leer (todo lo que te dé la gana) y seguir siendo lo que eres. La lectura y la literatura, no es más que eso: lectura y literatura. Así que, por favor, dejen de utilizarla como una herramienta para construirse una fachada intelectualoide. Ese no es el camino.
En un tema como este , no todo el equipo puede ser tan equidistante, si no , mejor no hacerlo