La ironía es un «arma de deconstrucción masiva». Posee la precisión de un bisturí eléctrico y el poder de una bomba atómica. Afila el lenguaje, hace luminosas las palabras y, si se utiliza bien, es capaz de revelar los más profundos secretos desde la ignorancia. Aquí obviamente no me estoy refiriendo a la retranca, a la malababa, a la ironía chusca y malintencionada que, por obvia, resulta grotesca (me vienen a la cabeza las troupes de tertulianos políticos que campan a sus anchas por los medios hablando de todo sin saber de nada). No. A lo que estoy hago referencia es a la ironía sutil capaz de abrir la cámara de los secretos y que está presente en Barbazul de Kurt Vonnegut.
Kurt Vonnegut, escritor estadounidense del siglo XX, es uno de esos pocos elegidos (por Dios o el mercado editorial, ustedes deciden) que ostentan en sus plumas el poder de la ironía. Matadero cinco es quizás su obra más reconocida y con la que pasó a la historia de la literatura. En ella narra su experiencia como soldado norteamericano cautivo en Dresde, durante los bombardeos que sufrió dicha ciudad durante la II Guerra Mundial, con un humor desasogante que se sobrepone a la trama trágica dejando en la mente del lector el recuerdo del sabor de un pomelo.
Este peculiar estilo de Vonnegut, esta recurrencia al humor negro, es una constante en su obra. Ahora bien, la ironía es una técnica literaria que exige madurez. Prueba de ello es el fantástico uso que hace de ella en Barbazul, una de sus últimas publicaciones, y que acaba de rescatar (y reeditar) con elegancia Hermida Editores, quienes nos siguen dando periódicamente gratas sorpresas como esta.
La leyenda de Barbazul acompaña a la cultura occidental desde hace varios siglos y, como suele ocurrir con estos relatos está (y estará) siempre abierta a la reescritura. La primera referencia a esta fábula la encontramos en el cuento de Charles Perrault, quien lo recopiló (proviene de la tradición oral) y reescribió a finales del XVII. Desde entonces, dicha historia ha sido reproducida una y otra vez, con diferentes variaciones, en el teatro (Ariana y Barbazul, del simbolista Maurice Maeterlinck), la ópera (El castillo de Barbazul de Béla Bartók), el cine (Barbazul, de Edgar G. Ulmer) o la literatura (hace pocos años Amélie Nothomb, de quien ya hablamos en La Milana, escribió una adaptación libre).
Todas estas versiones o reescrituras, aunque son profundamente diferentes, se pueden agrupar bajo un mismo tema: la trasgresión de las prohibiciones. Un tópico literario que se encuentra en la cuna de la civilización cristiana y que, al igual que a Eva, nos sigue perturbando. A fin de cuentas, la historia de Barbazul es inmortal porque retoma una de las obsesiones del ser humano social. En el fondo, todos y todas, si alguien nos dice «haz lo que quieras, pero no abras esa puerta porque no te va a gustar lo que te vas a encontrar» iremos y cruzaremos el umbral. El deseo de conocimiento es una de las pasiones más fuertes del ser humano.

Vonnegut lo sabía y fue capaz de escribir una fantástica novela a partir de esta necesidad. Barbazul es la biografía ficcional de un pintor impresionista fracasado, tuerto, excombatiente e hijo de inmigrantes armenios superviviente del holocausto perpetrado por los turcos: Rabo Karabekian. Un personaje complejo y lleno de matices que desde la perspectiva que le otorga la edad es capaz de narrar las contradicciones del «american dream», del mundo del arte y del capitalismo contemporáneo.

Rabo, como ya he dicho, es un viejo pintor fracasado que vive sus últimos año de vida en la mansión (con playa privada) que le dejó su última mujer. Al igual que ocurre en la leyenda de Barbazul, al castillo llega un joven (opuesta en todos los sentidos al viejo pintor) quien de manera surrealista se va incrustando en la vida del viejo armenio preguntándole por todos sus secretos. Circe Berman, a si se llama la mujer que además resulta ser una escritora de enorme éxito comercial, va desvelando uno a uno todos los secretos que esconde aquella mansión excepto uno. ¿Qué hay en un viejo almacén de patatas que utilizó tiempo atrás Rabo como taller y el cual ha cerrado con seis candados con la indicación de que solo sea abierto tras su muerte?
Barbazul de Kurt Vonnegut es una bellísima novela que sorprende desde la primera página y que no decae en ningún momento. El estilo hiperfragmentario, lejos de ser confuso, aporta enorme claridad y frescura a la narración que poco a poco, y sin ninguna pretensión aparente, teje una inteligentísima reflexión sobre qué es el arte y, por consiguiente, el ser humano.
Que buena reseña y, ¡justo a tiempo! Es el regalo perfecto para el cumpleaños de una buena amiga. Como siempre, gracias por las fantásticas recomendaciones.
Saludos desde México.