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La náusea, de Jean-Paul Sartre

¿Nunca habéis experimentado esa sensación cuando ves que el libro te supera? En ocasiones es difícil de asumir. La cabeza te echa humo, pero sigues pensando que este o aquel autor no puede ser más listo que tú. Llevas muchas páginas a tus espaldas, tus ojos están ejercitados para pasar de una línea a otra sin dejar pasar ni una coma, y tu mente… En tu mente confías todo, la comprensión, la imaginación, la filosofía y la fantasía… todo. En ella recae todo el peso de la lectura, la ejercitas, pero forma parte de ti. Tu mente eres tú. Piensas, luego existes, ¿o no? ¡Que se lo pregunten a Antoine Roquentin! Él sí que no está seguro de las cosas. Cree que existe, ¡sabe que existe! Lo demuestra intentando revivir al Marqués de Rollebon con su trabajo de historiador. ¿Pero tiene eso algún sentido? ¿Por qué las cosas ocurren así y no de otra forma? ¿Acaso tiene sentido esta retahíla de preguntas retóricas que suscribo? Quizás es el humo de mi cabeza, que me nubla la vista. Leer La Náusea no es fácil, analizarla, menos. ¿Queréis saber si hemos sobrevivido? Esta pregunta sí que tiene respuesta:

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La línea fina que separa esta novela del terreno de la filosofía (una frontera que más que borrosa, para muchos es inexistente) es uno de los principales motivos de debate que protagoniza la Piedra Rosetta. Es un libro complejo, sin duda. El hecho de que estuviese en esta temporada también fue objeto de debate, pero eso es lo que más nos gusta hacer, platicar sobre literatura. ¿Por qué optó Sartre por una novela? ¿Es el ensayo un género literario? ¡Qué de signos de interrogación! Sin duda podríais estar pensando esto… Pero es que La Náusea no nos da lugar a otra opción.

Retrato de Jean-Paul Sartre, por Matías Noel

La vida de su bien particular autor, en contraposición al otro gran existencialista del momento, Albert Camus, cobra una relevancia especial no solo en nuestro debate sobre La náusea, también en La Pluma y en nuestros Textos con Contexto, que incluyen un repaso histórico al pensamiento filosófico, las adaptaciones televisivas a una colección de cuentos de Sartre o la quintaesencia del existencialismo en el cine. Además, nuestras secciones más ludolingüistas os enseñan no solo a Hablar y Escribir Bien, sino a descubrir el significado de nuevos y bien inusitados términos con La Palabra Escondida.

Aún hay más. Perderse en «La náusea» tiene sus propias Bandas de Libros, para sumergirse en los vericuetos de la música y dejarse llevar mientras Roquentin y Sartre exploran los límites de la esencia más allá de lo que la imaginación concibe, un experimento que podremos repetir una y otra vez en nuevas y estimulantes aventuras entre las páginas de nuestras Recomendaciones.

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¡La revolución ha comenzado!

Texto escrito por Edu Martín y Samuel Regueira

6 comentarios

  1. ¡Hola Milaneros!

    Una lectura un tanto inquietante. Pese a saber que me «enfrentaba» a una novela que vocea por todos los poros pensamiento existencialista, ha habido partes que me han sorprendido gratamente y otras que me han hecho un nudo mental considerable. Me quedo con el capítulo «domingo», me encantó cómo lo describe a modo de observador no partícipe. Por contra, desesperante la parte del capítulo en que se va del almuerzo con el autodidacto, ahí tiene una gran ida de olla.

    Coincido con algunos comentarios que habéis hecho en relación a que la novela (poco desarrollada) es un pretexto para descargar todo su pensamiento existencialista y la confrontación con los humanistas, valiéndose del autodidacto.

    Mucha introspección, creo que tiene mucho de Sartre y su mundo, es más personal de lo que me pensaba en un principio. Incluso puede que sea esta -el libro de La Náusea-esa especie de novela que decide al final hacer para perpetuar su existencia tal y como le sucedía cuando escuchaba el disco de jazz.

    Me transmite mucha soledad y tristeza por un vacío exitencial que le atormenta.

    1. Un comentario muy interesante. Esa oposición entre humanismo y existencialismo que ves entre el autodidacta y nuestro querido-odiado protagonista es una nueva interpretación que no habíamos abordado. Desde luego que no es una novela que deje indiferente a los lectores ya sea por tedio o por emociones como las que enumeras: soledad, tristeza…

  2. Desde luego, no se trata de una novela para leer en domingo por la tarde. Ya suficiente es el vacío que nos aborda a esas horas como para rociarlo con litros de existencialismo en estado puro. Pero sí es un libro para leer y releer varias veces, casi imprescindible en cualquier biblioteca. Roquentin se atreve a ver su propia existencia libre de todo prejuicio (como deberíamos hacer todos nosotros), y decir aquello de: la vida es pura contingencia.

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