Si escogemos al azar cualquier relato de héroes, este terminará siempre narrando la victoria final de nuestro personaje favorito. Así pues, Loki sugiere un cambio en el orden natural y, al menos durante su planteamiento, ofrece un producto que se sale de lo cotidiano. ¿Thor ha sucumbido definitivamente ante el poder de su hermanastro? ¿No existe ningún guerrero capaz de hacerle frente? ¿Se trata de la victoria del mal? Preguntas que asaltan al lector solo con ver la portada de la obra de Robert Rodi y Esad Ribic.

Con el avance de las primeras páginas, los mismos interrogantes retumban en la mente: ¿Realmente ha caído Asgard? ¿Dónde están en su hora más oscura Lady Sif y el poderoso Heimdall? ¿Qué ha sido de Odín y los Tres Guerreros? Las preguntas pueden sonar repetitivas, pero solamente el haber conseguido que el lector se plantee estas cuestiones corrobora el buen trabajo del guionista, gracias a una propuesta coherente y creíble de la victoria definitiva de Loki. Robert Rodi escribe un relato épico y trágico, los ingredientes que mejor se adaptan al tono que merece el dios del trueno, donde el Destino gobierna cada uno de los movimientos, no ya de los mortales, sino también el de cada miembro del panteón nórdico. Loki Laufeyson ha puesto a Thor de rodillas porque tenía que ser así. Asgard ha caído porque gobernarla estaba escrito, ¿o no? Loki se desmorona para comprobar cómo no existe el libre albedrío, y menos aun cuando se revela ante él un camino que ya había transitado mil veces aunque nunca fuera capaz de dar el primer paso. Un tiránico juego donde el dios del engaño se convierte en la principal víctima de su victoria más grande.

Poner en duda la maldad de Loki sirve para humanizar a uno de los villanos mejor construidos y más carismáticos del cómic. Rodi consigue introducir al lector en la mente del maestro de las mentiras para intentar entender el por qué de sus actos y su ambivalente personalidad. Odín y Thor son los responsables de su fracaso y su consecuente descarrío y tendrán que pagarlo. Tampoco faltan las referencias mitológicas, con especial atención a la que sitúa a Loki padeciendo el castigo eterno que dará paso al ocaso de los dioses. El trabajo de Esad Ribic encaja como el más delicado de los guantes. La visión perfecta de los cuerpos y su arte pictórico engrandecen todavía más a unos personajes acostumbrados a ser retratados de forma espectacular pero no tanto a la combinación de elegancia y vigor que sabe imprimir el dibujante croata. La representación de un Loki con más años, clásico pero novedoso es uno de sus principales aciertos. El diseño de su vestimenta verde respeta el original, con la salvedad del arriesgado e inquietante diseño de su casco y una fisionomía más musculada de lo habitual. La imagen de ese Loki triunfal, sentado sobre su trono con lanza en mano, sigue siendo una de las imágenes mejor realizadas sobre el escurridizo hermanastro de Thor. La caracterización de la diosa Hela resulta inolvidable: misterio, poder y un erotismo constatable en cada una de sus apariciones. Una mezcla que retrata a la perfección el magnetismo de la regente del inframundo.

Si el Joker y Batman representan las caras de una misma moneda, la pareja de Thor y Loki confirman que la dicotomía entre héroe y villano solamente divide lo que siempre tuvo que permanecer unido. Los talentos combinados de Robert Rodi y Esad Ribic eran necesarios para confeccionar una historia que ha sabido envejecer con el paso del tiempo. Si no, que le pregunten a Loki, que todavía sonríe cuando recuerda el día que venció a Thor.
Enlaces de interés:
1. Tráiler de Thor & Loki Blood Brothers (adaptación animada del cómic).
2. Puedes adquirir el cómic de Loki acá
3. Página web de Esad Ribic
4. Página web de Robert Rodi