Desgracia de J. M. Coetzee

Las casualidades escriben la historia y, hoy, en La Milana Bonita vivimos una de ellas. El fallecimiento de Nelson Mandela del pasado 5 de diciembre ha ocupado las portadas de los periódicos de todo el mundo. Su labor política fue el comienzo del cambio en Sudáfrica, un país hasta entonces dividido por el color de la piel de sus habitantes. Ahora bien, ¿en qué momento histórico se encuentra el país? ¿Cómo se desarrolló la vida cuando Mandela dio un paso atrás y cedió el protagonismo a las nuevas generaciones?

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El libro que hoy analizamos en La Milana Bonita, Desgracia de J. M. Coetzee, es una respuesta a estas preguntas. Una novela que perfila vagamente en la mente del lector una sociedad que aún vive las reminiscencias de un pasado doloroso.  En el análisis temático del libro se pueden apreciar dos líneas que condicionan el hilo argumental: por un lado, la relación entre blancos y negros; por otro, las diferencias entre los hombres y las mujeres. Al final, es el cúmulo de desgracias lo que pervive en la memoria. Y quizás, se puede ver esto como el reflejo de una sociedad “pos-Mandela”.

Junto a David Lurie, protagonista de la novela, todos los miembros de La Milana nos hemos embarcado y disfrutado con un doloroso viaje hacia las contradicciones. Como todos los buenos libros, cuando se lee Desgracia, es fácil pensar que Coetzee nos habla a nosotros, a cada uno de sus millones de lectores, para decirnos: “Bueno, y ahora, ante esta situación ¿tú qué harías?”. Esa pregunta flota en el aire. Nosotros, puede que imprudentemente, la tratamos de contestar en este nuevo análisis literario en el que hablamos del libro, del autor, de nuevas normas gramaticales, de cine, de música, de historia… Es decir, de lo de siempre y de lo de nunca.

¡La revolución ha comenzado!