En vísperas de Halloween vuelven los vampiros a La Milana Bonita para certificar que este año vamos a tener monstruos hasta en la sopa. Hace poco recuperábamos a Frankenstein como excusa para hablar de la prolífica creación de criaturas durante la época victoriana, sin olvidarnos de la reseña del cómic Lucifer de Mike Carey para la cabecera Vértigo, que ECC ha recuperado recientemente en nuestro país. Meses atrás, incluso, hablamos de los zombis de The Walking Dead. Pues bien, no podíamos cerrar este octubre tenebroso sin dedicar nuestra atención a los monstruos más famosos de todos: los vampiros, aunque en esta ocasión no se trate del clásico retrato al que estamos acostumbrados.

Mientras esperamos la llegada de la hermosa y aterradora Carmilla, de Sheridan Le Fanu, vamos a hablar de la novedosa propuesta que supuso el cómic American Vampire, creado por el escritor Scott Snyder y el dibujante brasileño Rafael Albuquerque a comienzos del año 2010. La serie imagina a los vampiros como una población constituida por varias especies diferentes, y así como existe el vampiro europeo también los hay asiáticos y americanos. En este punto es donde se centra la serie, en un nuevo linaje de vampiros estadounidenses, nacidos en el Oeste yankee a finales de 1880. El primero de esta nueva raza es un conocido forajido llamado Skinner Sweet, quien regresa de la muerte, tras ser infectado, para enterarse de que se ha convertido en un nuevo tipo de bestia, algo más fuerte y rápido que sus homólogos europeos, pero resistente a la luz solar. ¿La plata y el ajo?, no lo creo. Este nuevo tipo de vampiro manifiesta una peculiar alergia al oro. La serie continúa sumergiéndose en diferentes épocas y momentos del país para realizar un recorrido que abarca desde la «fiebre del oro», los siempre atractivos años 20 o la Segunda Guerra Mundial. Todo puede pasar en American Vampire.

La historia que hoy nos ocupa nos transporta a momentos muy diferentes de los Estados Unidos. En primer lugar podremos leer La bestia de la cueva donde presenciaremos, como un combatiente más, la lucha entre los soldados de la Unión y los nativos norteamericanos, un episodio magistralmente ilustrado por el español Jordi Bernet cuyo título remite a uno de los relatos más tempranos de H.P. Lovecraft. La bestia de la cueva esconde entre sus muros el espíritu de un vampiro retirado que no desea ser molestado…¿Qué ocurrirá cuando un indio llame a sus puertas pidiendo socorro?. Se trata de una historia sencilla, bien construida, donde no existen demasiados sobresaltos ni los grandes artificios y todo sucede según dictan los ritmos narrativos. ¿Lo mejor? Un final redondo.

La segunda historia, Carrera mortal, se erige como el plato fuerte de este volumen al regalarnos una aventura construida a través de varios flashbacks mientras se desarrolla una carrera de coches entre Travis Kidd y Skinner Sweet, ambientada en los años cincuenta californianos. Muchos críticos coinciden en asumir que Snyder podría haberse inspirado en la película Rebelde sin Causa, de Nicholas Ray para dar forma al capítulo y no parecen ir muy desencaminados. Si sumamos a la ambientación y tono de la historia, la caracterización del personaje de Travis Kidd, no tardaremos en encontrar un sentido homenaje a la estética y filosofía de James Dean en el mítico film. Al igual que ocurriera con el personaje de Jim Stark, la rebeldía y los lazos familiares serán vitales para el devenir de la acción. Un entretenido relato de venganza cargado de humor negro, violencia y vampiros americanos que pone la guinda a un buen cómic.