Hace unos meses, no sé si lo recordarán, nos preguntábamos en este mismo espacio qué había pasado últimamente con los “intelectuales” que parecían haberse diluido en un mar de tertulianos. Nos quejábamos en ese artículo de su ausencia en el debate público y político (ya fuese consecuencia de su propia comodidad o porque su opinión no resultara interesante desde un punto de vista monetario a los medios de comunicación). Pues bien, si algo bueno tiene todo lo que está ocurriendo en Catalunya es el desanquilosamiento de estas voces procedentes del mundo cultural, que están volviendo a tener la necesidad de expresarse, en definitiva, de hacer política.
Por ejemplo, se han expresado a título individual sobre el problema de España con Catalunya personajes públicos como Serrat y Lluis Lach (cantautores), Isabel Coixet y Joel Joan (cineastas) o Mario Vargas Llosa y Jaume Cabré (escritores). Estos son solo un ejemplo, porque también se han firmado diferentes manifiestos colectivos de uno y otro lado. La cultura se está mojando y eso, desde mi punto de vista, es muy positivo.
Quizás el ejemplo más paradigmático de escritor/político lo podemos encontrar en Mario Vargas Llosa, quien participó activamente el pasado 8 de octubre en la manifestación nacionalista y españolista que se celebró en Barcelona. El escritor, neoliberal reconocido y de ideas abiertamente reaccionarias, se expresó al final de dicha manifestación en contra de los nacionalismos, arropado por una plaza repleta de banderas españolas (¿contradicción?). No voy a entrar aquí a refutar el discurso que pronunció pese a que en el marco ideológico debo decir que me encuentro en el polo opuesto. No, no voy a entrar en esa polémica porque no es el lugar. Solo quería recordar que La ciudad y los perros es una novela fantástica y que se la recomiendo a todo el mundo, a “pesar” de quien la firma.
¿Por qué digo esto? Pues, sencillamente, porque estoy viendo un hooliganismo absurdo entre aquellos simplistas que desean interpretar la realidad de una forma maniquea. Por eso hace unos meses, pedíamos desde La Milana Bonita que los protagonistas del mundo cultural volvieran a manifestarse políticamente, porque considerábamos que sus opiniones podían otorgar matices al simplismo de ciertos medios de comunicación que lo ven todo en blanco y negro (y eso que tienen fotos en color). Consecuentemente, si consideramos que el mundo de la cultura debe salir de su torre de marfil, no nos podemos luego romper las vestiduras porque no comulguen con nuestra causa. Nuestro poder como lectores es inmenso y, ya lo saben, todo poder acarrea una gran responsabilidad.

Hace unos meses ya vivimos una situación bochornosa cuando grupos de extrema derecha trataron de promover un boicot a Fernando Trueba por asegurar en un discurso que él no se sentía español. Yo, sencillamente, sentí vergüenza. No caigamos pues en el mismo error fácil. Porque al final lo único que vamos a conseguir es que artistas, escritores y filósofos se callen, por miedo a la represalia de una horda enfurecida. Lo repito, el discurso del otro día de Vargas Llosa me pareció hipócrita y simplista. Pero que quieren que les diga, prefiero escuchar a este señor que a tertulianos como Inda o Marhuenda (aporta un poco más de nivel).
¡La revolución ha comenzado!
Recuerdo q en los 50s y 60s los intelectuales como MVLL, García Marquez o Kundera hacían pública su posición política. Bajo un esquema de libertad de expesión me parece bien, pero sus logros literarios no le dan ninguna sabiduría sobre otros temas. Es como so estos mismos personajes se pronunciaran sobre la teoría del big bang, sus credenciales literarias no tendrían nada interesante que aportar.
MVL difícilmente pudo estar en una manifestación nacionalista y españolista, son dos conceptos contradictorios.
nacionalismo
De nacional e -ismo.
1. m. Sentimiento fervoroso de pertenencia a una nación y de identificación con su realidad y con su historia.
2. m. Ideología de un pueblo que, afirmando su naturaleza de nación, aspira a constituirse como Estado.
MVL participó en una manifestación nacionalista (un montón de gente agitaba banderas españolas con orgullo e identifacados con su realidad histórica) y españolista (dentro de la propia manifestación hubo sectores españolistas que además trataban de imponer su realidad histórica).
Frente al nacionalismo supremacista de los independentistas catalanes, hay muchos en Cataluña y en España que no apoyamos nacionalismos, ni muros, ni fronteras, ni uniformidades culturales. En este aspecto, apoyamos el discurso de Mario Vargas Llosa, injustamente catalogado de «hipócrita». Queremos la fraternidad y la diversidad, cultural y lingüística. Somos socialistas e internacionalistas, de la vieja escuela, como Sabina.
Mantener un discurso antinacionalista en una plaza repleta de banderas de España es hipócrita. No tachamos de hipócrita el discurso, sino a la persona que lo pronuncia en dicho contexto.