Establecer una lista con los grandes clásicos de la literatura infantil es muy difícil. Si se quiere hacer una selección entre los miles de libros dedicados al público menudo, lo primero que se debe establecer es una lista de parámetros a evaluar. Pensemos, ¿qué características tiene que tener un libro infantil para pasar a la historia? Una, quizás la más importante, es que tiene que ser capaz de entretener a los pequeños y, por supuesto, que debe ser comprensible. Otro rasgo positivo suele ser que, aunque esté destinado a la chavalería, posea varios guiños a los adultos. En cuanto a los personajes no deben pecar de simples. Y por supuesto, el argumento, debe mostrar una realidad de mundo tan compleja como la mente de un niño (hay que tener en cuenta que los niños descubrirán cualquier incoherencia o laguna en la historia porque son unos lectores muy atentos).
Establecidos estos requisito ya se puede empezar a esbozar una lista en la que se cataloguen obra mágicas como El principito, Alicia en el País de las Maravillas, Peter Pan, Momo o El viento en los sauces. ¿Y Winny de Puh? Seguro que ahora alguien se sorprende pensando: “¿ese osito barrigón está basado en un libro?”. Pues sí, primero apareció en un poema en 1924 dentro del libro Cuando éramos muy jóvenes, poco después, en la Nochebuena de 1925 se publicó la primera historieta en el periódico London Evening News, y finalmente, un año después aparecería el primero libro (que hoy analizamos en La Milana) y que en 1928 sería completado por El rincón de Puh.
Winny de Puh puede entrar perfectamente en este Olimpo literario. Si nos despojamos de los prejuicios que Disney ha impuesto sobre la obra y nos centramos en lo literario se puede descubrir un cuento lleno de matices, con extraños personajes (nada habituales en este tipo de historias) y diálogos fantásticos. Quizás sea la ironía su rasgo más marcado y nosotros en La Milana Bonita hemos decidido explotarlo. Cerramos el año con este análisis, volveremos en un mes (por culpa de los temidos exámenes) con El sabotaje amoroso de Nothomb. ¡Felices lecturas!
¡La revolución ha comenzado!