
¿Qué es literatura? Durante la quinta temporada de La Milana Bonita hemos planteado esta pregunta en uno, otro y otro podcast. Un apasionante ensayo, cortesía de un escuchante en La Comunidad Milanesca, y una reseña sobre el Movimiento de Acción Poética en esta web apuestan fuertemente por la terminología acuñada por los formalistas rusos a principios del siglo XX. Terry Eagleton lo redefine como la “transformación e intensificación según la cual se violenta el lenguaje ordinario”; Víctor Gutiérrez, por su parte, rescata el concepto de extrañamiento y se asoma al efecto que las obras pueden motivar en el lector, “capaces de ‘mover’ algo de nosotros”.
Mis nociones como lector devoralotodo, lejos de sesudas reflexiones, me han llevado a resolver este problema de forma similar, si bien con resultados discutibles para eruditos y expertos en el tema más avezados que yo. Para mí, el cerco inicial se ajustaría, en primer lugar, a todo lo dado en un soporte escrito (una hoja de papel, un muro, una pantalla de ordenador) y bajo unos códigos ampliamente visuales, no necesariamente lingüísticos.

Esta criba me permite incluir así a ciertos cómics que vertebran una historia mediante viñetas mudas, sin una sola letra dibujada; y al mismo tiempo deja fuera a otras manifestaciones artísticas que, a su modo, también dependen de la palabra, como la música o el cine.
Después, el círculo seguiría estrechándose, y terminaría por ceñir mi definición de literatura a todo aquello con el poder de dejar poso en mí, de cambiarme como persona, y que despide a un lector distinto al que acoge. Además, es susceptible no solo de rendirse a mis juicios de valor, sino también de moldearse a mi sentido creativo. Por último, la literatura tiene duende, magia, un toque con el que consigue abstraerme de mi realidad para sumergirme en la suya.
En el fondo, es el mismo concepto de extrañamiento que defienden los formalistas rusos. Si te conmueve, si te impresiona, si te conturba, si te emociona, si te estremece, si te apasiona… es literatura.
Si es la causa de tu entusiasmo, es literatura.
Pero… ¿y si es la consecuencia?
Reflexiones sobre un fenómeno milenario
A lo largo de los años, la literatura ha provocado distintos impactos en su público. Uno de los menos frecuentes, pero no por ello exiguo, ha sido el de lanzar a los lectores, rendidos ante el imaginario al que acaban de acceder, a escribir sus propias continuaciones, historias alternativas, sátiras y relatos eróticos. A este movimiento, que aglutina las creaciones surgidas de los admiradores de un personaje real concreto o de una obra inventada, se le conoce como fanfiction, o ficción de los fans.
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¿Qué motivos impulsan a esta producción desapegada? Muchas veces ha sido aprovechar un filón preexistente. Otras, utilizar al protagonista de una historia para reubicarlo en los intereses particulares. La fanfiction se desarrolla a través de múltiples vías, y sigue unos patrones comunes para unos productos que, por definición, no tendrían que ajustarse a ninguna obra escrita. Es inusualmente acrítica consigo misma, no suele perseguir la excelencia narrativa y su único combustible es el cariño al producto original y a la literatura. Alejada de pretensiones autorales o de alcanzar la posteridad, y volcada auténticamente en la trama que desempeña antes que en contentar a un público o de someterse a presiones editoriales, ¿por qué no podemos decir que la fanfiction es la forma de literatura más pura que el hombre es capaz de concebir?
Pensémoslo por un instante. Sus motivos y motores son los más sinceros posibles; trasladar la devoción del autor a un cosmos ficticio preexistente. ¿Importa tanto que ese mundo no sea el propio y lo haya ideado otro con anterioridad? Si además la firma que nos lo proporciona permanece anónima y se desliga de otras lacras propias de los profesionales, como el ansia de reconocimiento personal o el afán crematístico, resulta que nos encontramos ante verdaderos actos de amor; extrañamientos que cristalizan, a su vez, en más literatura. Creación que genera creación. ¿No es asombroso?
Pero, seguimos preguntándonos, ¿qué sucede cuando examinamos una de estas obras bajo los criterios que se aplican a lo que consideramos «literatura de verdad«? ¿Pasarán el examen? Hemos hecho la prueba a partir de uno de los universos más recreados de mano de los fans, el mundillo mágico de Harry Potter; y hemos buscado un texto lo suficientemente largo y trabajado para que resista este análisis en diez partes. ¿Queréis saber el resultado? Seguid leyendo…
10. Rowling ya le ha dado su bendición
De primeras, Harry Potter y el cetro de Slytherin es una obra que cuenta con el beneplácito de su autora original. A diferencia de otros escritores como Orson Scott Card, Anne Rice o George R. R. Martin, J. K. Rowling tolera toda fanfiction sobre Harry Potter y la apoya siempre y cuando no derive en obras para adultos, de fuerte contenido sexual. Esta obra no solo evita cualquier tipo de controversia en este sentido, sino que, como veremos…
9. Rescata el espíritu de los primeros años del niño mago
La historia se sitúa inmediatamente después del cuarto libro, tras la muerte de Cedric Diggory, y abarca todo el quinto año en Hogwarts de Harry y sus amigos. El canon de Rowling dictaminó a partir de aquí un ensombrecimiento grande que dotó a la saga de un carácter más adulto y, en ocasiones, de una calidad mayor. Esta aportación, no obstante, apuesta por una vuelta a los orígenes, una reimaginación del Harry de los primeros libros, con aventuras más ligeras y de consecuencias relativamente triviales.
8. Huye de experimentos extremos y se ciñe a la arquitectura de un ‘Harry Potter’ al uso
La estructura de la trama de Harry Potter y el cetro de Slytherin es increíblemente fiel al esquema habitual de los libros originales. Comienza con una introducción en la casa de los tíos Dursley, la presentación del problema inicial y unas minivacaciones con Ron y Hermione. Con el inicio del curso, se alternan las clases anodinas y las amenazas externas a Hogwarts, lo que hace que nuestros protagonistas investiguen utilizando los recursos mágicos aprendidos ese mismo año. Por último, la obra termina con el descubrimiento del pastel, un enfrentamiento con Voldemort (nunca definitivo) y un final feliz.
7. Antepone las reglas de una fanfiction a cualquier otra consideración literaria
Una de las categorías más socorridas dentro de la clasificación estándar de las fanfictions es la protagonizada por la figura Mary Sue. Trasunto del autor y habitualmente femenino, Mary Sue no tiene imperfecciones, se integra con los protagonistas, deslumbrados por ella; se yergue como una gran guerrera en contra de los villanos y, por regla general, acaba viviendo un romance con el personaje favorito de la escritora. En este caso, Mary Sue es Catherine Aniston, hija ilegítima de Voldemort y una muggle (mujer sin poderes mágicos), que se aparece a Harry Potter en sueños (porque sí) y llega a Hogwarts a cursar de golpe su quinto año (porque también). Hechicera formidable que pretende esconder su pasado, Aniston salvará la situación al final del curso y termina saliendo con Neville Longbottom. El hecho de que comparta el nombre de pila con el pseudónimo de su creadora (en adelante, Catherine Autora) refuerza la idea de Mary Sue habitual que puebla buena parte de las fanfictions contemporáneas.
6. Traiciona algunos aspectos del cosmos de Rowling por el bien de la trama… o por el amor/odio de la autora a ciertos personajes
El fallo imperdonable de Harry Potter y el cetro de Slytherin son las pequeñas licencias con respecto al universo de Rowling. Tal vez la más notoria sea la aparición de ninguna parte de Catherine Aniston, que pasa la ceremonia del Sombrero Seleccionador con los chicos de primero para luego asistir a las clases de quinto curso con Harry y compañía. La predilección de Catherine Autora por Remus Lupin le hace rescatarlo una vez más como Profesor de Defensa contra las Artes Oscuras, con lo que destroza la tradición que determina un maestro nuevo en la materia al comienzo de cada libro; circunstancia que propicia la leyenda de que la asignatura está maldita. Por otro lado, el desprecio de la escritora a ciertos personajes, como el fotógrafo Colin Creevey, es demasiado tentador para que Harry no emita juicios demoledores contra un joven admirador que nada hace para merecer tamaño odio; y que de hecho supone el mejor representante que un fan tiene dentro del universo canónico de Harry Potter.
5. Sorprende por sus acertadas predicciones sobre lo que pasará a partir del quinto libro
A lo largo del canon de Harry Potter boté con la revelación de Quirrell en el primer volumen, me sobresaltó la muerte de Cedric Diggory, aplaudí con el giro final en la Casa de los Gritos del prisionero de Azkaban y me emocioné con el abrazo que Harry le da a la señora Weasley durante su decimoséptimo cumpleaños en Las reliquias de la muerte. Harry Potter y el cetro de Slytherin no me lleva nunca a tales extremos, pero sí me permite disfrutar del apego de Catherine Autora por sus personajes en momentos determinados del libro (en especial, el arranque con los Dursley). Además, hay que contar con que esta ficción fue escrita en 2004 entre el cuarto y el quinto libro, dado que no aparecen posteriores personajes clave como Luna Lovegood o Bellatrix Lestrange, por lo que resulta impresionante ver el número de predicciones correctas que acumula. Harry vuelve a fijarse en Ginny mientras Cho queda en segundo plano, Catherine Aniston nota la tensión entre Ron y Hermione y destaca la importancia de Neville, dos teorías de los fans que terminaron por cuajar en Rowling con desigual fortuna. Además, augura el advenimiento de los Horrocruxes a través de ese Cetro de Slytherin necesario para Voldemort, y anticipa con acierto la traición final de Draco Malfoy al Señor Oscuro en favor de los protagonistas. Toda una colección de serendipias en las que, de alguna manera, también se refleja una tragedia acaecida a Fred Weasley, decisiva para la trama aunque de repercusiones menos contundentes que las que le deparó la heptalogía original.
4. A sus fallos de ritmo se le suman numerosos errores gramaticales y ortográficos… como toda buena fanfiction
Desde mi rol en La Milana Bonita no puedo dejar de ver faltas de ortografía y erratas en los libros (dedico una sección cada semana a ello en el programa). Pese a que entiendo que uno de los encantos de la fanfiction es, precisamente, la escritura rudimentaria y poco cuidada; no dejan de incomodarme las conjugaciones del verbo “hacer” sin su muda inicial, demasiado frecuentes a lo largo de este libro. Un defecto más acusado es la errata continua que supone el nombre de Hedwing; apelativo que Catherine utiliza para la lechuza mascota de Harry, cuyo nombre real es Hedwig. Pese al nombre de Catherine Autora, cabe desconfiar de que haya topado con una mala traducción (por más que he buscado, no he encontrado un ejemplar homólogo en inglés); así pues, solo nos queda deducir que este libro ha sido, con todas sus faltas, originalmente escrito en español.
3. Se incluye entre un millar de fanfictions sobre Harry Potter menos centrados en la verosimilitud y más volcados en desbocar su universo mágico
Es tan inconmensurable la cantidad de fanfictions de Harry Potter como el número total de aventuras protagonizadas por superhéroes de la factoría Marvel. Muchas de estas historias buscan, asimismo, ser las más desatadas en su premisa argumental, al margen de aspirar a una mínima calidad literaria o de llevar al lector el fervor de Catherine Autora en Harry Potter y el cetro de Slytherin, que pese a todo apuesta por mantenerse relativamente fiel al imaginario de Rowling. Sirvan de hilarantes ejemplos los relatos eróticos protagonizados por Fred y George Weasley, o las románticas historias en las que Voldemort es seducido por Hermione, Ginny o Indiana Jones, entre muchísimos otros.
2. Cualquier obra literaria o artística con base en la realidad puede considerarse fanfiction
La tosca definición del género ha elevado el concepto muchas veces por encima de sus propias posibilidades, lo que ha ido en detrimento de obras como la que aquí reseñamos. Buena parte de la culpa de esta generalización la tiene el mismo cine, cuyos dramas históricos y biopics bien pueden guarecerse bajo la etiqueta de fanfiction. Incluso el Sherlock Holmes de Billy Wilder o cualquier adaptación literaria llevada al cine sin el consentimiento explícito de su autor cuentan con la opción de clasificarse en dicha categoría. Pese a todo, y aunque la fanfiction hoy bebe de formatos tan distintos como videojuegos, manga japonés o series de televisión, algunos ejemplos extremos siguen siendo realmente desquiciados.
1. Es gratis, está distribuida por todo el mundo… y aun así es la historia menos leída de Harry Potter
Harry Potter y el cetro de Slytherin supone la aventura menos vendida del niño mago, algo que, por regla general, se aplica a todas las fanfictions. Sin embargo, desde un punto de vista algo malicioso podría decirse que el libro más distribuido de toda la Historia es, al mismo tiempo, el más colosal ejercicio de fanfiction del mundo occidental. A su vez, ciertos superventas actuales han surgido, para desconocimiento de muchos, como fanfiction de bestsellers previos, que ya saborearon su momento de gloria y que alcanzarán el olvido una vez finalice su vida mercantil. Es impredecible determinar, pues, el éxito de una fanfiction, aunque no parece descabellado afirmar que llegará más lejos cuanto mejor se desligue del canon original. Es decir, cuanto menos parezca una fanfiction.
Confesiones de un autor de fanfiction

Decidir si la fanfiction es literatura supone, como siempre, un juicio subjetivo. Tal y como me ha divertido Harry Potter y el cetro de Slytherin en particular, me atrevería a afirmar que es así. Incluso con su evidente autocomplacencia y sus indiscutibles defectos de forma y presentación, valoro, en un primer lugar, la pasión que unos destilan; y en un segundo, la osadía que otros demuestran, visible sobre todo al plantear situaciones tan drásticas que nadie se atrevería a describir o a publicar bajo su propio nombre. ¿Pero es “buena” o “mala” literatura? Y yo contraataco, ¿es menos literatura si es «mala»? La fanfiction me ha demostrado que un libro puede ser malo y aun así soy capaz de disfrutar con él (Si te conmueve, si te impresiona…). Del mismo modo, la «buena literatura» en ocasiones me ha hecho alcanzas inexplorados niveles de sopor ante indiscutibles obras maestras.
No obstante, me gustaría terminar apuntando algo como autor de este peculiar género.
En La Milana Bonita somos muy aficionados a la fanfiction. Todos nosotros hemos firmado alguna vez en esta web a través del discurso escrito de otra persona… y también durante el programa. A su manera, las lecturas de cada análisis radiofónico tras La Piedra Rosetta y La Pluma suponen desempeñar un rol similar al que asumen los autores de esta particular narrativa. Sin embargo, el que suscribe se yergue como un caso especial de impostor contumaz. De nuevo, ¿bajo qué motivos?
Se disfruta suplantando a grandes escritores de la Historia, en algunas ocasiones mediante parodias; en otras, según escribía Borges, mediante parodias de parodias. Todo forma parte de un juego, pero también germina a partir de un anhelo de creación y de experimentación; un despertar de nuestra imaginación que se niega a desvincularse del universo en el que la ha sumergido el último libro. Y es que la Literatura muchas veces nos conmueve, pero pocas veces nos paramos a pensar si vale la pena devolverle la pelota. Pagarle con la misma moneda, a la vez que mantenemos activo nuestro espíritu creativo. Aunque sea con reglas de mundos ajenos.
Al menos, hasta que nos sentemos a escribir nuestra propia gran novela.

Notas
1. Dado su carácter abiertamente público y anticomercial, podéis leer en internet gratis Harry Potter y el cetro de Slytherin.
2. A modo de «Recomendación Final», no quiero olvidarme del divertidísimo texto Cosas que he aprendido a través de los fanfics de Harry Potter, que compendia muy bien todo lo expuesto en esta reseña.
3. No he dejado de vacilar a lo largo de toda la reseña sobre si el género correcto es «la fanfiction» o «el fanfiction». He rechazado españolizar a través de términos como «fanficción»o «ficción de fans», ya que considero que ningún aficionado a esta narrativa los utiliza. Al final, me he decantado por el femenino a recomendación de la Fundéu, si bien es cierto que la abreviatura «fanfic» se sirve del masculino (ver Nota 2). Si alguien más ducho en el tema que yo quiere corregirme, tiene los comentarios a su disposición.
3. Las portadas de los libros e imágenes utilizadas en este texto pueden utilizarse sin fines comerciales. La última fotografía es una composición de caramelos obra de Kristen Cummings